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Actualizado: 23 de junio de 2025


Con la misteriosa fuga de Margarita él quedaba solo, en una soledad que le inspiraba remordimientos. Aquella tarde, al pasear por los bulevares, había tropezado con un amigo algo entrado en años, un consocio del Círculo de esgrima frecuentado por él. Era el primero que encontraba desde el principio de la guerra, y juntos pasaron revista á todos los compañeros incorporados al ejército.

Al bajar del tranvía, en Monte-Carlo, dejó á su izquierda el Casino, para seguir por los bulevares altos. Iba primeramente en busca de Spadoni, por ser el que habitaba más cerca. Además, éste debía saber el paradero de Atilio mejor que Novoa. Tal vez vivían juntos. Conocía vagamente su domicilio por las burlas de Castro. El pianista era «guardián de una tumba» sobre el barranco de Santa Devota.

Aquí tambien rodaron las cabezas de dos mujeres, dos mujeres funestamente célebres, dos envenenadoras: la Boisin y la Brinvilliers. Seguimos la calle de Rívoli, subimos por la Magdalena y nos hallamos en el bulevar de este nombre, divisando á poco los bulevares de las Capuchinas, Italianos, Montmartre, Poisonnière y una parte del de San Martin.

Una tarde, aburrido de sus magníficos jardines, siempre iguales, del silencio de su casa desierta, de las distracciones crecientes del coronel, que constantemente tenía algo que hacer en Monte-Carlo ó en el pabellón del jardinero, se lanzó á pie hasta la ciudad y tuvo un encuentro. Sus pasos le llevaron maquinalmente hacia los bulevares altos, cerca de la calle donde estaba Villa-Rosa.

No concebía la vida sino vagando por los bulevares, teatro de sus fáciles conquistas... Como lo fuera con muchas otras, Raguet era un tirano para Catalina. Siempre insaciable de dinero amenazábala y pegábale brutalmente cuando ella no se lo proporcionaba.

Las casas en fila, las aceras de ladrillos rojos, los balcones con persianas, todo lo admiró con la simpleza de un salvaje del interior que llega a una factoría de la costa. Detúvose ante algunas ventanas convertidas en escaparates, examinando los géneros expuestos con la misma delectación que había contemplado en otra época las lujosas vitrinas de los bulevares o del Regent Street.

Es la única ciudad del mundo en que he visto esa vigilante tutela de la autoridad sobre los débiles y los enfermos. ¿Quién no recuerda las angustias de las madres, teniendo a sus hijos convulsivamente de la mano y tratando de salvar estos torrentes de Oxford-Street, de la City, de los bulevares, de la plaza de la Opera o de la avenida de los Campos Elíseos?

El núcleo principal ocultábanlo unas colinas, pero por detrás de ellas asomaron, cual blancos tentáculos, los bulevares vecinos al mar, las luengas barriadas que la ponen en contacto con los pueblos inmediatos. Frente a Río Janeiro, en la ribera opuesta de la bahía, alzábase otra ciudad blanca, Nictheroy.

6.º Con relacion al arte. 7.º Con relacion á la familia. 8.º Con relacion á cosas que verá el curioso lector. =Moralidad de Paris con relacion á la ley=. Llegamos á Paris á las tres de la tarde, y no faltaba mucho para oscurecer, cuando entrábamos en un hotel, llamado de los Extranjeros, á tiro de pistola de los magníficos bulevares.

Los establecimientos nocturnos copiaban los títulos de Montmartre; pero si en una sala parisién danzaban cincuenta parejas, en la de Berlín bailaban doscientas; si en una parte se destapaban diez botellas, en la otra eran cien; y si en los bulevares había batallones de mujeres sueltas, en la metrópoli germánica podían formarse cuerpos de ejército con las hembras en disponibilidad.

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