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Actualizado: 18 de junio de 2025


No le pareces sultana de belleza caprichosa: le pareces, más hermosa, antigua virgen cristiana... Soberana, al ver doblar tu cabeza sobre tu brazo a la noche, flor eres que cierra el broche para ocultar su belleza. ¡Como encierras y avasallas de tu pasado el blasón! ¡Bien lo dice el cinturón que te ciñen tus murallas!

Las anchas trenzas de sus cabellos caían abundantes y desordenados sobre su garganta y sobre sus hombros, y fuera del abrigo que la cubría se dejaba ver un brazo de formas admirables, cerca de cuya mano se vela una pulsera de pelo, cerrada por un broche de diamantes. Había algo de terrible en el aspecto de aquella hermosa mujer dormida. Y dormía profundamente.

Estaba reclinado más que sentado en una butaca construida adrede para facilitarle el movimiento del tronco y los brazos, y arrimada a la mesa de lado a fin de que le fuese posible jugar y tener las piernas extendidas. Aunque en la chimenea ardían algunos troncos de leña, se abrigaba con una talma de color gris cerrada al cuello con broche de oro.

Había llegado la columna á las últimas casas del pueblo cuando el señor de Morel salió del castillo, caballero en el brioso Ardorel, negro como el azabache y el mejor caballo de batalla de todo el condado. Vestía el barón de terciopelo negro y birrete de lo mismo con larga pluma blanca, sujeta por un broche de oro, y no llevaba más armas que su espada, suspendida del arzón.

Sólo un funesto error, una locura, ¡Oh, Clori! ¡Oh, rosa del pensil divino! Le hará exhalar tu aroma y tu frescura Entre las secas ramas del espino; Te hará romper el broche delicado, No para abril, para diciembre helado. No así me hieras, si matarme quieres; Mira que así te matas cuando hieres.

En el invierno gastaba talmita corta con broche de oro, y un sombrero tirolés de alas reviradas, que le sentaba extremadamente bien. En el verano gustaba de vestirse trajes de franela blanca bien ceñidos, que denunciasen las graciosas curvas de sus formas. Las corbatas eran casi siempre de gasa, los zapatos descotados, el cuello de camisa a la marinera. Por debajo del puño se le veía un brazalete.

«¡Qué hermosa es! ¡Cuánta cosa bonita y elegante se ha puesto! ¡Y pensar que tal vez yo se lo vaya quitando todo poco a poco, con mimo, lentamente, lazo a lazo, botón a botón, broche a broche, sin que oponga resistencia ni enfado! Pero sabe Dios lo que sucederá, porque es una mujer excepcional, capaz, aunque venga, de no dejarse besar ni las yemas de los dedos.

Fueron tres flores bellas en un rosal brotadas Que al ostentar ufanas su grato rosicler, Cruzaron por el cielo nubes encapotadas Y el viento tempestuoso las arrancó al nacer. Fueron tres gotas de agua lloradas por la noche En el virgíneo cáliz de la fragante flor, Y que al brillar el dia, cuando entreabrió su broche, Se evaporaron todas al matinal calor.

Yo os aseguro que Madama Ester habría sabido entonces lo que era bueno. Pero qué le importa á esa zorra lo que le han puesto en la cotilla de su vestido. Lo cubrirá con su broche, ó con algún otro de esos adornos paganos en boga, y la veremos pasearse por las calles tan fresca como si tal cosa.

Los tres salieron, acompañados del pastor Lagarmitte, a quien se había nombrado trompeta, y del anabaptista Pelsly, persona grave, de amplia barba corrida alrededor de las mandíbulas, que iba con los brazos metidos hasta los codos en los enormes bolsillos de su túnica de lana gris guarnecida de broche de latón, y a quien la borla de su gorro de algodón le caía en medio de la espalda.

Palabra del Dia

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