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Y el mismo pensador, añadió con razón en el capítulo siguiente: «Pegar a un enemigo delante de la mujer a quien ama, es pegarle dos veces: le hieres en el cuerpo y en el almaHe aquí por qué el paciente Ayvaz-Bey enrojecía de cólera mientras acompañaba a la señorita Tompain y a su madre al piso que les había amueblado.

Por último, un día comprendiste que él también te amaba, y para resistir esta última prueba, para permanecer fiel hasta el fin a tus grandes quimeras de abnegación y de respeto a los muertos, pierdes tu vida, la das al primero que llega, buscas a Felipe para huir de Amaury; y sin hacer feliz al uno hieres mortalmente el corazón del otro, sin hablar de tu propio corazón, que también sacrificas y ofreces en holocausto.

22 Y como él hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? 23 Le respondió Jesús: Si he hablado mal, da testimonio del mal; y si bien, ¿por qué me hieres? 25 Estaba pues Pedro en pie calentándose. Y le dijeron: ¿No eres de sus discípulos? El negó, y dijo: No soy.

9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y lo crió. 10 Y cuando creció el niño, ella lo trajo a la hija del Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué. 13 Y salió al día siguiente, y viendo a dos hebreos que reñían, dijo al malo: ¿Por qué hieres a tu prójimo?

Sólo un funesto error, una locura, ¡Oh, Clori! ¡Oh, rosa del pensil divino! Le hará exhalar tu aroma y tu frescura Entre las secas ramas del espino; Te hará romper el broche delicado, No para abril, para diciembre helado. No así me hieras, si matarme quieres; Mira que así te matas cuando hieres.

Si el corazon medroso teme hallar la verdad, porque al hallarla tal vez encuentre el mal, necio sería si en buscara alivios y consuelo, pues harto por desventura mia, que hieres la paz y la alegría y eres sorda á la voz del hondo duelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . No: te busco y te temo.