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Actualizado: 27 de junio de 2025
958 Yo conocía bien su historia y la tenía muy presente: sabía que Cruz, bravamente, yendo con una partida, había jugado la vida por defender a un valiente. 959 Y hoy ruego a mi Dios piadoso que lo mantenga en su gloria; se ha de conservar su historia en el corazón del hijo; el al morir me bendijo yo bendigo su memoria.
Sin embargo, tal como le representó Velázquez parece el rayo de la guerra. En Julio de 1638 Condé puso sitio a Fuenterrabía embistiéndola por mar bajo sus órdenes el arzobispo de Burdeos: defendiose bravamente la plaza más con tan poca gente, que no podía ser larga la resistencia ni evitable la entrada.
Con estas seguridades, reforzadas por la orden que llevaba el Victoria de que así que llegase a Honda volviese en nuestra busca, y animado por la ventaja de ganar los cinco días que me habría sido necesario esperar para tomar el vapor del 30, resolví bravamente el embarco en el Antioquía. Júpiter quería perderme sin duda, y me enloqueció en ese momento.
Al poco rato comenzaron á desembocar por el camino de Canzana numerosos grupos de este pueblo que se unían á los de abajo: las mozas buscaban á las mozas: los viejos á los viejos. Algunos jóvenes comenzaron á saltar bravamente por encima de la hoguera valiéndose de sus largos palos. Unos lo hacían bien y eran aplaudidos: otros se chamuscaban un poco y excitaban risa y algazara.
Ha visto cómo se desnudaban los aceros, cabrilleando en la sombra, bajo la plata mística de las estrellas, buscando bravamente el corazón por el encanto de un soneto.
Nos hace falta un cuarto dijo apretando con efusión la mano del conde. Sí, sí, a ver si cambia la suerte... Moro nos está llevando el dinero bravamente dijo un viejecito de cara redonda, fresca, rasurada, el pelo blanco y los ojos claros y tiernos. Tenía marcado acento gallego. Se llamaba Saleta y era magistrado de la audiencia y tertulio asiduo de la casa de Quiñones. ¡No tanto, Sr.
El disparo de un cañonazo de cada una de las dos capitanas, fue la señal del rompimiento del combate, que se trabó bravamente, y de una manera tan recia y con tal estruendo de arcabucería y de artillería, que no parecía sino que una pavorosa tormenta y espantable, de la mar y del viento habíase enseñoreado.
El mágico efecto que causaron se reflejó en la respuesta: ¿Y cuándo nos golvemos a ver? dijo embolsando carta y dinero. Si contestara... ¡Están verdes! Pues cuando le des la carta o la hayas puesto donde la coja, al otro día haces una escapada. Muy tempranito ha de ser. La perspectiva de un madrugón disgustó a don Juan; pero repuso bravamente: ¡No importa!
Bajaron hasta la galería de la mina y allí cayeron. Plutón de pie, Demetria de espalda. Aquél quiso ayudarla á levantarse, pero ella se alzó bravamente en seguida y recogiendo precipitadamente la pequeña hoz que brillaba en el suelo porque la había dejado caer en su descenso, se alejó de él blandiendola con su mano crispada. Se hallaban casi en tinieblas.
La levantaron, sosteniéndola con sus poderosos brazos, y emprendieron la marcha hacia su casa. Unos pescadores dieron un vaso de vino a Antonio, que no cesaba de llorar. Y mientras tanto, el compadre, dominado por el egoísmo brutal de la vida, regateaba bravamente con los compradores de pescado que querían adquirir la hermosa pieza. Terminaba la tarde.
Palabra del Dia
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