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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Sacudí la cabeza y le indiqué a mi hermana, que, precisamente entonces, blandía las manos en torno suyo como si hubiera querido, en su delirio, alejarme de su marido. Tienes razón continuó. ¿Sería posible tener suficiente tranquilidad para dormir con semejante espectáculo ante los ojos?
Un gigantesco caballero de Santiago llegó á escalar los últimos peñascos, y derribando á tres arqueros de otros tantos golpes blandía de nuevo la tajante espada, cuando le asió entre sus nervudos brazos el animoso Sir Oliver. Forcejeando furiosamente ambos enemigos, y rodando por el suelo en mortal abrazo, llegaron al borde de la elevada planicie y cayeron despeñados en el horrendo precipicio.
Ramona vió de pronto con horror un rostro pálido donde brillaban dos ojos airados de loco. Pablito escuchó detrás una voz estridente que gritaba: ¡Toma, bribón! Y al mismo tiempo sintió un fuerte topetazo en la espalda. Volvióse rápidamente. Vió el semblante desencajado, fatídico, de Valentina, la cual blandía en la mano derecha un arma. El joven comprendió que estaba herido de muerte.
Cada tablón en que sentaban el pie se alzaba y blandía, descubriendo abajo la negra profundidad de la bodega, con sus cubas vestidas de telarañas. Atravesaron impávidos el abismo y penetraron en la sala, que al menos poseía un piso clavado, aunque en muchos sitios roto y en todos casi reducido a polvo sutil por el taladro de los insectos. Nucha se quedó inmóvil de sorpresa.
Dejando la turba alegre a Tomillas mal parado, embistieron con el amante, que en buen paladín en medio de la calle blandía la espada para reñir como bueno, animado por las voces del marimacho enrejado, que le acuciaba a reventar de fuerte, o semejándole en lo bravo a Leonidas e a otros perillanes de la antigüedad.
Ana hablaba a veces con la boca llena, inclinándose hacia Quintanar que sonreía, mascaba con fuerza, y mientras blandía un cuchillo aprobaba con la cabeza. La casa es alegre hasta de noche dijo ella. Y añadió: Toma, móndame esa manzana.... «Móndame la manzana, móndame la manzana...» ¿dónde he oído yo eso?... Ah ya.... Y se atragantó con la risa. ¿Qué tienes, hombre?
Y blandía el librote con fingida cólera. Eché a correr y me refugié en el bosque vecino, un lindo bosque de senderos tortuosos y sombríos, en los que me interné con gran necesidad de estar sola. Aquella prisa por casarme me entristecía. A pesar de toda la bondad de mi padre, temo que mi vida, bruscamente incrustada en la suya, sea para él un estorbo y una carga dura de soportar.
Tengo un gallinero que es un encanto. ¡Si me viera usted por las mañanas rodeada de plumas y cacareos, arrojando el maíz a puñados, teniendo a raya a los gallos que se meten bajo mis faldas y me pican los pies! Me parece mentira que sea yo la misma de otros tiempos, que blandía la lanza e interpretaba, así regularmente, los ensueños de Wagner. Ya verá usted a mi gente.
Ya se podía andar por las carreteras sin peligro; el carlismo seguía por la fuerza de la inercia, defendido débilmente y atacado más débilmente todavía. La única arma que se blandía de veras era el dinero. Martín, viendo que no era difícil recorrer los caminos, tomó su cochecito y se dirigió hacia Urbia una mañana de invierno.
Palabra del Dia
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