United States or Myanmar ? Vote for the TOP Country of the Week !


De su pasado miserable sólo quedaba en él un vestigio: el respeto a la casa de los Brulls. Trataba con cierta altanería a toda la ciudad, pero no podía ocultar el respeto que le inspiraba doña Bernarda, al cual iba unida una gran gratitud por la amabilidad con que le distinguía al verle rico y el interés que mostraba por su pequeña.

estás para por encima de todo el mundo. Leonora habló de su tía, aquella pobre señora resignada y casi imbécil, que al ver a Rafael en su casa con tanta asiduidad, creía en el probable casamiento de su sobrina. Por la tarde una escena dolorosa entre Leonora y ella. Doña Pepa había ido a la ciudad por sus devociones, y a la salida de la iglesia encontró a doña Bernarda. ¡Pobre vieja!

¡Pillo! ¡Hereje!... ¡Descamisado!... exclamaba doña Bernarda. Pero lo decía en voz muy baja y con cierto miedo, pues aquellos tiempos eran malos para la casa de Brull. Rafael recordaba que su padre mostrábase por entonces más sombrío que nunca, y apenas salía del patio. A no ser por el respeto que inspiraban sus garras vellosas y el entrecejo tempestuoso, se lo hubieran comido.

Remedios hace mucho papel a mi lado: una mujercita como hay pocas para el gobierno de la casa; pero esto que no sea obstáculo para el casorio. Muy satisfecho, doña Bernarda, de que seamos parientes. Sólo siento que don Ramón no pueda ver estas cosas.

Pero ¡ay! no... que necesitará ocho reales. Me da el corazón que anoche no pagó... y como esa condenada Bernarda no fía más que una vez... será preciso pagarle toda la cuenta... y a saber si le ha fiado dos o tres noches... No, aunque yo tuviera el dinero, no me atrevería a dárselo; y aunque se lo ofreciese, primero dormía al raso que cogerlo de estas manos pobres... ¡Señor, qué cosas, qué cosas se van viendo cada día en este mundo tan grande de la miseria!».

Esas cosas, por dulces que sean, acaban por cansar, doña Bernarda decía el viejo sentenciosamente. La cómica levantará el vuelo cualquier día; además, deje usted que Rafael vaya como diputado a Madrid y vea aquel mundo; a la vuelta no se acordará de esa mujer. El fiel lugarteniente de los Brull se hubiera asombrado al ver lo poco que conseguía Rafael.

Despachaba la correspondencia del jefe; tomaba parte en los juegos de Rafael, acompañándole a pasear por los huertos y cerca de Bernarda, desempeñaba las funciones de consejero de confianza. Aquella mujer arisca y severa, únicamente se mostraba expansiva y confiada con don Andrés.

O usted se lleva la pesetilla, o me enfado, como Dios es mi padre. D. Frasquito, no haga papeles, que es usted más mendigo que el inventor del hambre. ¿O es que necesita más dinero, porque le debe más a la Bernarda?

En vano Cupido pretendía distraerla haciendo chistes sobre la inundación. Mira, tía, este caballero es el hijo de tu amiga doña Bernarda. Ha venido embarcado para prestarnos auxilio. Es muy bueno, ¿verdad? La vieja parecía imbécil por el terror. Miraba con ojos sin expresión a los recién llegados, como si hubieran estado allí toda su vida. Por fin pareció enterarse de lo que le decían.

Se cumpliría el deseo del abuelo abortado en el padre. ¡Este que será abogado! decía doña Bernarda poseída del mismo afán que el viejo por aquel título que era el ennoblecimiento de la familia.