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Actualizado: 17 de junio de 2025
Lea no respondió. ¡Sin duda te han asegurado la impunidad! ¿Pero cómo es eso posible? Lea Peralli viva supone Juana Baud enterrada. Y si es Lea quien la mató, no fué Jacobo de Freneuse. ¿De qué modo, por qué prodigio se establecerá la inocencia del uno y se salvará al mismo tiempo á la otra? Lea respondió con acento dolorido: ¿Y quién permite á usted creer que yo quiero salvarme?
¿De manera que nadie se acordará de Juana Baud transformada en Jenny Hawkins? Como usted lo dice. ¡Se olvida tan pronto! Y además esa muchacha figuró tan poco antes de dedicarse á la ópera... ¿Hay artistas que hayan alternado en otro tiempo con Juana Baud, en el Conservatorio, por ejemplo, ó en su casa de usted, que pudieran reconocerla?
Ya has vaciado toda tu hiel sobre esa pobre muchacha... Sí, señores, no era precisamente un modelo de virtud, pero tenía una voz soberbia, antes de caer en poder de Novelli... Dispense usted, interrumpió Tragomer: ¿la conocía Novelli antes de encontrarla en Inglaterra? Nunca la había visto. ¿Ha cantado en Inglaterra con el nombre de Baud antes de marchar á América con el de Hawkins? Sí, señor.
En el tono de estas palabras hubo tal acento de sarcasmo, que Cristián apretó los puños de rabia. Su interlocutor parecía decirle: "¡Busca, desgraciado, que no encontrarás nada! No me cogerás en ningún renuncio. Hace una hora que te traigo y te llevo contándote mentiras para hacerte descubrir á Juana Baud, que es un personaje real, en cuya autenticidad te vas á estrellar."
Se estaba sirviendo el plato de pastelería y Tragomer, que estaba silencioso, se volvió hacia Frecourt y le dijo en tono indiferente: Usted, que conoce á todos los cantantes del universo, ¿quién es Jenny Hawkins? ¿Jenny Hawkins, la que hace expediciones al extranjero con Novelli? Pues es, sencillamente, Juana Baud. Al oir esto, Tragomer no pudo contener un movimiento. ¡Juana Baud!
Toda la cuestión consiste en convencerse de que Juana Baud no es Jenny Hawkins, y tengo la prueba en el bolsillo. Esta fotografía con la firma de la discípula de Campistrón, prueba hasta la evidencia la sustitución de personas.
Yo le encuentro antediluviano con su Juana Baud y su Salveneuse, al que me parece estar viendo con su perro, sus patillas teñidas y su pantalón ancho. Creo que estoy oyendo historias de mi abuelo... Apuesto á que nos va á hablar ahora de Valentino y de Markowski. Tragomer se echó á reír.
Por muy poderosas que sean las presunciones morales que pueden deducirse de tu relato y de las relaciones que existían entre Juana Baud y tú, no pasan de ser presunciones. Necesitamos pruebas formales y vamos á buscarlas contigo. Por eso era preciso librarte. Si hubiéramos esperado el triunfo de tu inocencia, nuestra vida y la tuya se hubieran agotado en investigaciones acaso infructuosas.
En este mismo momento Tragomer adquirió la certidumbre de que Jenny Hawkins no era Juana Baud y de que en esto estaba el nudo de la intriga. Era preciso descubrir debajo de Juana Baud á Lea Peralli. Porque la máscara con que la cubría Sorege era doble á no dudar. El conde había levantado la de Jenny y mostrado á Juana; no había nada más que esperar.
¿Pero qué te importa la tal Juana Baud? dijo en tono do enfado Maugirón. ¡Es inaudito lo simple que estás esta noche! No comprendes, Maugirón, contestó gravemente Tragomer. Algún día te daré explicaciones y te quedarás asombrado. En ese caso, viejo Frecourt, sigue con tu historia, puesto que parece que es palpitante. Y Maugirón se puso á fumar con aire de mal humor.
Palabra del Dia
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