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Actualizado: 17 de junio de 2025
Lea contestó en tono brusco y desesperado: ¡Porque te amaba! ¿Y por eso me condenaste á un suplicio peor que la muerte?... ¿Quién era, pues, la mujer asesinada? ¿Qué te había hecho? Lo mismo que tú. Me hacía traición descaradamente; iba á marcharse contigo; me insultaba con su triunfo y se burlaba de mis celos... Jacobo se estremeció. Acababa de comprender. ¡Era Juana Baud! Sí; era ella.
Lo mismo da que Juana haya muerto de un tiro que estrangulada; no cambia más que el género de muerte y esto es poca cosa. Lo importante es despistar á los listos de la policía. ¿Y cómo no lograrlo? Se encuentra una mujer muerta en su casa, vestida con sus ropas; ¿quién va á dudar que es ella y por qué echarse á buscar por otro lado? Lea Peralli se queda muerta y Juana Baud corre por el mundo.
Sabéis ahora todo lo que pasó, lo que oculté al juez de instrucción, á mi abogado y hasta á mi madre. No quise comprometer en las peripecias de éste proceso á la pobre Juana Baud, que no había cometido más falta que la de amarme. Con un dulce agradecimiento de mi corazón, la aparté de aquel drama de lodo y de sangre.
Pero cuando pronunció el nombre de Juana Baud, los dos se dirigieron una mirada. La luz empezaba á abrirse paso y la aparición de Juana Baud en la existencia de Jacobo y de Lea daba una importancia decisiva al descubrimiento de Tragomer.
¡Nos estás aburriendo con tu cómico de la legua! interrumpió furiosamente Maugirón... No sé cómo te sufre Tragomer. Nada de eso; me interesa, por el contrario, dijo amablemente Tragomer. Tú no entiendes de nada, Maugirón, en cuanto te sacan de catar vinos. Oye lo que decimos mientras te bebes tu Lafite... ¿De modo, Frecourt, que usted ha conocido á esa Juana Baud?
En realidad no le oía ni tenía necesidad de oirle. Sabía de antemano lo que le diría Jacobo y sólo pensaba en ganar tiempo para reflexionar. Sabe, pensaba, que Lea vive y que ha sustituído á Juana Baud. ¿Pero sabe que la muerta fué Juana? He aquí lo esencial. Si ese punto es todavía oscuro para él, nada hay perdido todavía. Lea está viva pero el vivir no es un crimen.
Pero se descubrirá su identidad y usted será perseguida y presa. Hay aquí una mujer muerta, ¿por qué ha de ser Juana Baud? ¿Pues quién ha de ser? pregunté. Usted. ¡Yo! ¿Cómo es posible? Usted pierde el juicio. Sorege continuó sin responderme: Juana Baud lo ha arreglado todo para marcharse y si desaparece nadie la buscará. Es preciso que la mujer muerta aquí sea Lea Peralli.
Juana Baud abandonó el arte durante cinco ó seis años y corrió en grande con los jóvenes más á la moda... Después, un día apareció en Variedades, donde enseñó, en una Revista, el más bonito par de piernas y el seno más sólido que se habían visto hacía mucho tiempo. Pero dí, Tragomer, ¿es verdad que te divierte este cronicón de bastidores? Claro que sí. Fumo, descanso, y estoy bien.
Juana Baud, tú lo has dicho, tenía la misma estatura, la misma amplitud de líneas. ¿Quién podía imaginar una sustitución? Tú mismo no dudaste. Te enseñaron la mujer muerta y la reconociste sin vacilar. Y, sin embargo, Lea está viva y Juana ha desaparecido. Pero, dijo Jacobo, la muerta era rubia y Juana Baud tenía el pelo castaño oscuro...
Usted me ha amado, es cierto, pero ¡qué amor tan triste y tan vergonzoso! Yo he sucumbido á su voluntad y me he entregado porque me tenía usted en un peligro de muerte. Ha sido usted feroz conmigo. ¿Recuerda usted la primera noche que pasé en Boulogne cuando huía á Inglaterra con el nombre de Juana Baud?
Palabra del Dia
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