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Unos piden luz, más luz, cuando se mueren; otros piden sus ideas, este pobre hombre pedía su bastón. ¡Qué importa bastón, ideas o luz! En el fondo, todo es un ideal. Y la vida, que es triste, que es monótona, necesita, querido Sarrió, un ideal que la haga llevadera: justicia, amor, belleza, o sencillamente un bastón con una chapa de plata. Llegaba el crepúsculo.

Y también me calzaré las manos con eso que llaman guantes, que no pienso quitarme nunca como no sea sino para tomar el pulso.... Tendré un bastón con una porra dorada y me vestiré... eso , en mis carnes no se pone sino paño fino... ¡Córcholis! Te vas a reír cuando me veas.

Mucho distaba aún de llegar la remesa, cuando, en aquellos mismos días del lance entre Arturito y el gaucho, notó la gente que Juan Maury no llevaba ya el bastón. Le preguntaron por su paradero y él contestó que no sabía. El bastón se le había perdido. No había quedado rastro de él. Era como si la tierra se le hubiese tragado.

Dicho esto, el anciano se levantó, y tomando capa y sombrero, se dispuso a marcharse. De la puerta volvió hacia Fortunata, y alzando el bastón con ademán de mando, le dijo: «Repito lo de antes. Aquello se acabó... y ahora soy tu padre, mi hija... trátame de usted... ocupemos nuestros puestos... Aprendamos a vivir vida práctica... Por de pronto, serenidad, y concluye de peinarte, que es tarde.

Pero muy contra lo que sucede en casos tales, en vez de oponerse los unos a que se encaramasen los otros, todos se ayudaban con solicitud, mostrando por anticipado lo que debe ser y lo que será con el tiempo la fraternidad universal. Eh, buen hombre, que se va V. a caer... Deme V. la mano. Caballero, téngame V. por el bastón. No ponga V. el pie sobre la rueda. ¿Quiere V. que nos apretemos más?

Y trató de dar la vuelta para huir; pero los dedos acerados del clérigo le retuvieron por un brazo. Al mismo tiempo don Segis, creyendo llegado ya el momento de entrar en fuego, le descargó con su bastón de ballena un garrotazo en las espaldas. ¡Socorro! volvió a gritar el desdichado.

Así mismo me enseñó mi padre y seis días de la semana tenía que aguantarme en esa posición lo menos una hora por día, sosteniendo á brazo tendido el pesado bastón herrado de mi padre, hasta que el brazo me parecía de plomo. ¡Hola, bribonzuelos! ¿cuánto os falta todavía? Hasta que el sol salga por encima de aquel roble más alto y nos haga cerrar los ojos, contestó el mayor.

Pues a me hace llorar de risa verme lanzando excomuniones como el Papa. ¡Deje paso, señor! A un hijo tan bandido como no se le maldice, se le abre la cabeza. Yo no soy su hijo, Don Juan Manuel. El Caballero aferra con una mano las riendas, mientras con la otra enarbola el bastón.

Extendió la mano, y con la otra mostraba el bastón, como si fuera un bastón de autoridad. «¡Doña Guillermina mi casera! dijo Fortunata, pensativa, entregando el dinero . Pues a ella le voy a pedir que me haga las obras. Es amiga mía». ¡Qué ha de ser amiga de usted... qué ha de ser! replicó Estupiñá con sarcasmo . Y si quiere usted verla furiosa, háblele de obras que no sean las del asilo.

En la cubierta de paseo encontró Fernando a los pasajeros vestidos con trajes de calle, como si les faltase tiempo para saltar a tierra. Muchos hombres llevaban ya guantes y bastón. Las señoras iban puestas de sombrero, con abrigos recientemente adquiridos en París.