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Actualizado: 5 de julio de 2025
Quedábase el tabernero entre barreras durante la corrida, animando al espada con su presencia y con los ademanes de un grueso garrote que no le abandonaba nunca. Cuando el muchacho descansaba junto a la valla, veía aparecer como un fantasma de terror la cara mofletuda y roja de su padre y la cabeza del grueso palo.
Todo fué uno el pronunciar estas palabras, y volar gritando: Plaza, plaza al reverendo padre coronel. Donde se da cuenta de los sucesos de nuestros dos caminantes con dos muchachas, dos ximios, y los salvages llamados Orejones. Ya habian pasado las barreras Candido y su criado, y todavía ninguno en el campo sabia la muerte del jesuita tudeseo.
A mi lado ya sabes que no puedes ponerte, porque todas las barreras están abonadas; pero estamos cerca. ¡Ay, llévame, Miguel! exclamó Julita saltándole al cuello. Llévame a los toros. ¿Tienes deseo? ¡Muy grande! Los toros me encantan. ¡Eso, eso! gritó Enrique entusiasmado. Tú eres española de pura raza. ¡Pisa ese sombrero, chiquita! Y lo arrojó al suelo.
Un buen rato se estuvieron los lidiadores entre barreras, celebrando consulta, hasta que al fin, estimulados por los amigos de los tendidos, que no cesaban de perseguirles con gritos y pullas, y por el poquillo de vergüenza que todavía les quedaba, después de la salida del toro, se decidieron a entrar de nuevo en el redondel.
No quiero ni debo poner barreras, meta, ni a modo de columnas de Hércules al ingenio de los hombres, escribiendo non plus ultra en dichas columnas. Allánense los ingleses a confesar que es posible la aparición de un dramaturgo que valga más que Shakespeare, y allanémonos nosotros a confesar que es posible la aparición de un novelista superior a Cervantes.
Elevé los pensamientos por encima de las enriscadas barreras del valle, y le llevé lejos, muy lejos de Tablanca; cerré los ojos, acudí a los repuestos de la memoria, y fui extrayendo de ella una verdadera legión de imágenes, a las que hice desfilar después, una a una, por delante de mí.
Isagani fué saludado cordialmente lo mismo que el peninsular Sandoval, que vino de empleado á Manila y concluía sus estudios, completamente identificado con las aspiraciones de los estudiantes filipinos. Las barreras que la política establece entre las razas, desaparecen en las aulas como derretidas al calor de la ciencia y de la juventud.
Yo quiero que me lo impidan. ¿Para qué? Para arrancarla de las garras que la sujetan; para romper las barreras que la religión y la nacionalidad ponen entre ella y yo; para reírme en las barbas de doce obispos y de cien nobles finchados, y derribar a puntapiés ocho conventos, y hacer burla de la gloriosa historia de diez y siete siglos, y restablecer el estado primitivo.
No era lícito atacar los fundamentos de la religión católica, ni lo hubiese intentado ningún español; pero las barreras, que le detenían, estaban á larga distancia, y la fantasía, el sentimiento y el ingenio podían andar á sus anchas.
«No había allí barreras, en aquel momento, entre el templo y el mundo; la naturaleza entraba a borbotones por la puerta de la iglesia; en la música del órgano había recuerdos del verano, de las romerías alegres del campo, de los cánticos de los marineros a la orilla del mar; y había olor a tomillo y a madreselva, y olor a la playa, y olor arisco del monte, y dominándolos a todos olor místico, de poesía inefable... que arrancaba lágrimas...». La vigilia exaltaba los nervios de la Regenta.... Su pensamiento al remontarse se extraviaba y al difundirse se desvanecía.... Apoyó la cabeza contra la panza churrigueresca de un altar de piedra, nuevo, que era el principal de la capilla en que estaba, sumida en la sombra.
Palabra del Dia
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