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Actualizado: 9 de junio de 2025
Cuando volvió el criado con una gran bandeja llena de platos y coberteras brillantes, la atmósfera del despacho era más densa. El millonario seguía fumando, inmóvil en su sillón, con la vista vaga y como perdida en un punto lejano, muy lejano. Apenas tocó los platos que el criado colocaba sobre una mesa.
Ciertamente dijo Manuel , no hay cosa más justa que pedir a Dios por los difuntos; y yo me acuerdo de un cofrade de las ánimas, que estaba una vez pidiendo por ellas a la puerta de una capilla y diciendo a gritos: «El que eche una peseta en esta bandeja, saca un alma del Purgatorio.» Pasó un chusco y, habiendo echado la peseta, preguntó: «Diga usted, hermano, ¿cree usted que ya está el alma fuera?» «Qué duda tiene», repuso el hermano. «Pues entonces dijo el otro , recojo mi peseta, que no será tan boba ella que se vuelva a entrar.»
Encogiose Artegui de hombros como aquel que se resigna, y tiró del cordón de la campanilla. Cuando un cuarto de hora después entró el camarero con la bandeja, ardía el fuego más que nunca claro y regocijado, y las dos butacas, colocadas a ambos lados de la chimenea, y el velador cubierto de níveo mantel, convidaban a la dulce intimidad del almuerzo.
La doncella de la señorita Guichard le traía en una bandeja. Decididamente, Herminia estaba prisionera. No la encerraban con llave, pero estaba, sin duda, estrechamente guardada. Resolvió cerciorarse y á eso de las dos cogió el sombrero y la sombrilla y bajó. Al penetrar en el vestíbulo encontró á la doncella cosiendo al lado de una mesa.
Por encima de la cabeza de los fieles apareció una gran bandeja de plata, la misma que pocas horas antes estaba en una de las celdas del convento, y en ella el hábito de novicia bernarda. El prelado lo bendijo. Dejáronse oír las notas agudas y gangosas del órgano y se puso en marcha la procesión. María delante y a su lado la madrina y Marta; detrás el obispo y en pos de él la clerecía.
En vano llamó una vez y otra vez que le trajesen como todos los días: Ancha bandeja con tazón chinesco, Rebosando de hirviente chocolate.
La viuda de Fenelón llegó a la hora de costumbre, y a poco subió el mozo de la botica con la bandeja de dulces que mandaba Ballester. No tardaron en presentarse el señor y la señora del tercero de la derecha.
Ni mantel, ni tapete, ni bandeja; el único adorno de la mesa son las manchas caprichosas que el vino y la ginebra en feliz consorcio con el polvo han ido dejando con el trascurso de los meses y los años. La estancia es lóbrega, porque la calle del Pozo lo es y porque los cristales emplomados, hace años ya que no se han limpiado, y porque la tarde está declinando.
La moza tropezó en la bandeja, que sonó. Recogióla la moza. ¡Calla! dijo ¡una bandeja de plata! ¡y sucia!... ¡llena de grasa! ¿cómo está aquí? La llevaré á la repostería. Y siguió subiendo, y tropezó de nuevo. Pero tropezó en un cuerpo humano. Aquel cuerpo estaba frío. La moza empezó á dar gritos. A los gritos de la moza acudieron algunos de la servidumbre.
Buena gente, eso sí, muy respetable, digna, dignísima; pero, hijita, están siempre esperando que vayan a buscarlos con palio a su casa y que les lleven la presidencia en una bandeja de plata. En política hay que moverse dice la de Esquilón ; si no, no se saca nada. ¡Claro! asiente Petrona.
Palabra del Dia
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