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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Al pie de la escalera, un enorme oso de Noruega sentado gravemente sobre sus patas de detrás, presentaba con las de delante una bandeja de plata destinada a recibir las tarjetas de visita. Era este un capricho del príncipe de Gales que había visto Currita en el palacio de Sandringham, y apresurádose a copiar a costa de dinero.
Dos minutos pasaron; Juana y su madre estaban paradas con la vista fija en la puerta del vestíbulo. Un sirviente apareció con una bandeja en la mano. Es un despacho para la señora dijo. Dadme dijo Juana adelantándose dos pasos. Esperó que el sirviente se hubiese retirado, y, sin abrir el telegrama miró a su madre. ¡Déjame abrirle! murmuró la señora de Latour-Mesnil tratando de tomar el telegrama.
Esta niña y otras del barrio, bien apañaditas por sus respectivas mamás, peinadas a estilo de maja, con peineta y flores en la cabeza, y sobre los hombros pañuelo de Manila de los que llaman de talle, se reunían en un portal de la calle de Postas para pedir el cuartito para la Cruz de Mayo, el 3 de dicho mes, repicando en una bandeja de plata, junto a una mesilla forrada de damasco rojo.
Conoce usted bien su mar dijo con tono de aprobación. Ferragut iba á seguir hablando, pero entraron las dos señoras con una bandeja que contenía el servicio de té y varios platos de pasteles. El capitán no extrañó esta falta de servidumbre. La doctora y su amiga eran para él unas mujeres de costumbres extraordinarias, y todos sus actos los encontraba lógicos y naturales.
El más joven de ellos, un chico de diez y seis años, al verle con la bandeja colmada y dispuesto a marcharse, se fué por detrás, y dándole un manotazo hizo saltar todos los mendrugos, que cayeron esparcidos por el suelo.
Aresti vió todo el resto del monasterio: el refectorio, con su púlpito para la lectura; la capilla, en la que hacían los hombres sus ejercicios espirituales, colocando los Padres á la puerta una bandeja para que los jóvenes depositasen en un papel cerrado sus peticiones á la Virgen; la cocina, donde los hermanos guisanderos le explicaron los tres platos sólidos que correspondían á los individuos en cada comida: el salón acristalado, en el cual fumaban sacerdotes y seglares un cigarrillo único, pues en el resto del monasterio, aunque el fumar no estaba prohibido, era mal visto por los superiores.
Las amigas cambiaban vivazmente sus impresiones de domingo. Venían de misa; de sonreír en el atrio de la catedral a sus parientes y conocidos; de pasear por las calles limpias, esmaltadas de sol, como flores desatadas sobre una bandeja de plata con dibujos de oro. Sus amigas, desde las ventanas de sus casas grandes y antiguas, las habían saludado al pasar.
Lágrimas abundantes caían sobre su pecho, como sobre una ancha bandeja. Entre nosotras continuó Karaulova no se respeta nada, ni moral, ni religión. El otro día me casaron, en broma, con uno de los clientes. Toda la ceremonia fue un sacrilegio. Se hizo burla de cuanto se considera sagrado... ¡No, no, no hago penitencia!
Dirigiose entonces el Padre Ambrosio, hacia un ángulo de la estancia donde había un pequeño velador y sobre él una bandeja, un jarro y una ancha copa de plata. Llenó luego la copa del líquido que el jarro contenía, y llamando a Fray Miguel y dándosela para que bebiese le dijo: Con esto se fortalecerá tu cuerpo y se hará apto para las operaciones ulteriores.
Causábale admiración y envidia la señora del petitorio, que no cesaba de repiquetear con una moneda en la bandeja de plata. Pollos elegantes y atrevidos se agolpaban en las naves laterales para mirar a las niñas y ser de ellas mirados.
Palabra del Dia
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