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Actualizado: 24 de junio de 2025
En el Veloz disipóse de repente su humor negrísimo y comenzó a reír y divertirse como un muchacho; Gorito Sardona y Paco Vélez, asomados a un balcón, tiraban a los transeúntes un saquillo, y púsose Jacobo a ayudarles; era el saquillo un lindo canastito, adornado con cintas y cascabeles, y atado con un cordón de seda lo bastante corto para que no llegase a dar en los sombreros de los transeúntes.
La gran lámpara del salón, reservada para las solemnidades, había sido encendida; y Andresito, desde la plaza, veía los trajes claros y los bouquets de las amigas pasar por el iluminado balcón, moviéndose con el ritmo del baile. El pobre muchacho estaba firme en su puesto.
Yo, si me siento triste ó angustiado, corro al balcon en alas del deseo, miro al cielo estrellado... y, no sé cómo es, pero le veo. DOLORAS Y LOS PEQUE
En la sala contigua al gabinete viejo estaban los socios de costumbre, los que no jugaban a nada y los seis que jugaban al ajedrez. Estos habían colocado el respectivo tablero junto a un balcón, para tener más luz. En el fondo de la sala parecía que iba a anochecer.
Elena no estaba para bromas. Escuchó con indiferencia lo que su amante le decía y sin responderle abrió el balcón y salió a la terraza. Núñez la siguió. Ambos se reclinaron sobre el antepecho y guardaron silencio unos momentos.
Así que fue viva su sorpresa al recibir un día la visita del artista en traje de ceremonia. La esposa del antropólogo no estaba sola. Su hija Presentación bordaba a su lado cerca del balcón. El artista avanzó con tan amable sonrisa que su boca se dilataba de un modo imponente. Buenas noches, D.ª Carolina... ¡digo no! Buenos días, D.ª Carolina; buenos días, Presentacioncita.
xii Aurora y Fortunata, después de cumplir un rato con la visita, riéndole las gracias a doña Desdémona, se fueron al balcón. La viuda tenía que contar a su amiga cosa de mucha importancia, y al instante empezó el secreto. «Ya no me queda duda. Ciertos son los toros. ¿Sabes que el primo Moreno no sale de la tienda?
En una palabra: mis vecinos tienen el balcón por casa, excepto para dormir y vestirse; y ni aun en estas dos ocasiones quieren prescindir totalmente de la publicidad. Tremontorio y Bolina, especialmente, se mudan la camisa y los pantalones en medio de la sala ... con todas las puertas abiertas; pero donde se echan los botones y se amarran la cintura con la indispensable correa, es en el balcón.
Telva no quiso disturbarle el sueño, y la dejó a solas, rezongando: «Cuando despierte, ya se meterá en la cama. ¡Jesús con el señorío, y qué afición a los pantalones!...» Felicita despertó de madrugada. Por el balcón se efundía una claridad lívida e inanimada, como aurora de ultratumba. Las velas sobre la cómoda se habían consumido.
¡Jesús!, ¡Jesús! ¡No abran ustedes el balcón, que se nos va á meter aquí alguna bomba! ¿No oyen ustedes los cañonazos? ¡Jesús, que disparos tan fuertes! Señora, usted está soñando con los cañonazos. No te alarmes, Artemisa, Electra.... ¡Cierren ese balcón! Los cuatro jóvenes eran muy curiosos para contentarse con mirar desde el balcón.
Palabra del Dia
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