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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Teresina prometía futuras ventajas a Petra, y se despedían con más besos. ¿Quién ha estado ahí? preguntaba doña Paula. Era un pobre o uno del pueblo. Nunca se decía la verdad. Doña Paula no sospechaba nada contra la lealtad de la doncella. Registrándole el baúl, en su ausencia, había encontrado varias alhajas que bien valdrían dos mil reales.

Izquierdo les ofreció las dos sillas que en la estancia había, y él se sentó sobre un baúl, poniendo al Pituso sobre sus rodillas. Rafaela cuenta que en aquel momento se le ocurrió un plan infalible para defenderse del monstruo, si por acaso las atacaba. Desde el punto en que le viera hacer un ademán hostil, ella se le colgaría de las barbas.

Entonces, por consideración a su debilidad, le tuvieron algunos días más de cortesía, muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podían cobrarse de los pocos reales que les quedaba a deber. Buscó una nueva casa, pero no pudo alquilar piano, lo cual le causó una inmensa tristeza; ya no podía terminar su misa.

Un clavo sostenía el sombrero perteneciente á la anterior generación, y un baúl guardaba en sus antros algunas piezas de ropa, en las cuales los remiendos, aunque muchos y diversos, no eran tantos ni tan pintorescos como los agujeros no remendados. »Pero asomémonos á la ventana. Desde ella se ve el tejado de enfrente, con sus buhardillas, sus chimeneas y sus misifuces.

Las manos y los pies eran cosa de ver; no había hallado hormas para los zapatos en ninguna parte; por lo que siempre que viajaba llevaba en el baúl unas que había mandado hacerse a la medida. Pasaba por hombre rico, a quien el sueldo no importaba nada, y estaba casi siempre de reemplazo para vivir en la corte a su gusto.

A fuerza de guardar sus sueldos, limpiar las alcancías cuando podía y desplegar toda su astucia para cazar propinas y estipendios, había llegado a juntarse sus buenos cincuenta y cinco mil pesos de la antigua moneda, los cuales, en billetes del Banco de la Provincia, dormían tranquilos en el fondo del inmenso baúl que lo acompañaba desde su tierra.

Si no trasladó al sotabanco de Carola cuanto había en la trastienda, fue por considerarlo indigno de tan gran señora; pero la única prenda lujosa que tenía Frasquita, un soberbio pañolón de Manila poblado de chinos y guacamayos multicolores, pasó del cofre marital al baúl del adulterio. Afortunadamente, la ultrajada esposa tardó mucho en saberlo.

Luego un gracioso, no de mal dictamen, Sentado en un baúl la hizo esta arenga, Esta arenga que puede ser vexamen: Vuesa merced, señora Doña Menga, Ya que ha dexado el mundo y sus verdores, Como á Dios plugo, enhorabuena venga. Si piensa que ha venido á coger flores, Porque nos ve listados de oropeles, Está metida en un serón de errores.

¡Un baúl! se decía Melchor, ¡un baúl es lo más parecido a una persona!... ¡Pero si es cierto!... No hay nada tan parecido a los hombres como los baúles... Un baúl nuevo como éste es igual, igualito a un recién nacido... ¿Qué se le va a poner adentro...? ¡Psh!... ¡tantas cosas...! A éste le toca recibir ropa limpia ahora; pero cuando vuelva, ¿cómo vendrá esta ropa?... ¿habré usado toda?... ¿volverá sucia?... ¿traerá toda?... ¿traerá menos?... ¿se le agregará ropa ajena?... acaso sucia... quizá limpia... ¡quién sabe!... ¡Pero cómo se parece un baúl a una persona!... Por lo pronto éste es igual a : le cabe en suerte recibir ropa limpia... algunos libros de ideas sanas y servir para un viaje proyectado con la mejor intención...

Entonces, por consideración a su debilidad, le tuvieron algunos días más de cortesía, muy pocos, y después le pusieron en la calle, gloriándose mucho de dejarle libre el baúl y la ropa, ya que con ella podían cobrarse de los pocos reales que les quedaba a deber. Buscó una nueva casa, pero no pudo alquilar piano, lo cual le causó una inmensa tristeza; ya no podía terminar su misa.

Palabra del Dia

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