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Actualizado: 21 de junio de 2025
12 Y cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo afirmaré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. 14 Yo le seré a el padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;
Leyósele su sentencia con méritos, abjuró de levi, fue condenada en doscientos azotes y destierro de esta Ciudad, Villa de Madrid y cuatro leguas en contorno por cinco años; gravemente advertida, reprendida y conminada.
Miguel no entendió el latín, pero calculó bien que aquello debía ser algo como palos o azotes, y lleno de ira volvió a enseñar los puños a su tío por la espalda. Vamos, vete ahora con tus primos, y cuidado con las travesuras concluyó diciendo D. Bernardo mientras empujaba al niño hacia la puerta.
Jacinta parecía alegre, Dios sabría por qué... Inclinose sobre el lecho y empezó a hacerle mimos a su marido, como podría hacérselos a un niño de tres años. ¡Ay, qué mañosito se me ha vuelto este nene!... Le voy a dar azotes... Toma, este por tu mamá, este por tu papá y este grande... por tu parienta... ¡Rica! Si no me quieres nada. Anda, zalamera... quien no me quiere nada eres tú.
Después que te hayas dado, pasaremos lo que resta de la noche cantando, yo mi ausencia y tú tu firmeza, dando desde agora principio al ejercicio pastoral que hemos de tener en nuestra aldea. -Señor -respondió Sancho-, no soy yo religioso para que desde la mitad de mi sueño me levante y me dicipline, ni menos me parece que del estremo del dolor de los azotes se pueda pasar al de la música.
Dióle al maestro tanta risa de oír mi simplicidad y de ver el miedo que le había tenido, que me abrazó y me dio una firma en que me perdonaba de azotes las dos primeras veces que los mereciese. Con esto fuí yo muy contento. Llegó, por no enfadar, el tiempo de las Carnestolendas, y trazando el maestro de que se holgasen sus muchachos, ordenó que hubiese rey de gallos.
A don Diego de Bracamonte, a don Enrique Dávila y al licenciado Daza Zimbrón se les condenaba a ser degollados. El cura de Santo Tomó Marcos López sufriría privación del sacerdocio y beneficio, confiscación de la mitad de sus bienes, diez años de galeras y destierro ad vitam; el escribano de número Antonio Díaz, azotes, diez años de galeras y el mismo destierro.
Y luego les fue contando punto por punto el encanto de la señora Dulcinea, y lo que le había sucedido en la cueva de Montesinos, con la orden que el sabio Merlín le había dado para desencantarla, que fue la de los azotes de Sancho.
¿Pero por qué sucede que despues de un lance semejante, nos invade primero la risa y despues la tristeza? Esto sucede, porque la verdad no deja nada impune, porque no existe una evidencia más infalible que la ley moral. Esta ley nos castiga, castiga al hombre, castiga su pecado, y ¿quién no baja la cabeza ante el castigo? ¿Quién no dobla la espalda bajo el peso de los azotes?
Y, a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince años, que era el que las voces daba; y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y cada azote le acompañaba con una reprehensión y consejo.
Palabra del Dia
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