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Actualizado: 26 de junio de 2025
Iban ya a separarse, cuando Millán le dijo: Ahora voy a pedirte yo un favor. Lo que quieras. Me han propuesto un negociejo que me conviene. Se trata de ir a Ávila para montar unas máquinas: cuestión de pasar allí unos días; estancia y viajes pagados, y cuatro mil realitos. No sé aún cuándo será la cosa, pero he aceptado. ¿Y qué puedo hacer yo?
Cuando Blázquez Serrano se halló de nuevo a solas, en su coche, camino de Avila, el fuego de la honra comenzó a encenderle la sangre. Ya no quería seguir meditando en la enormidad del ultraje recibido, buscaba sólo la forma de la venganza.
Pensó en la llegada tan misteriosa del padre y la hija para no volver, nunca más, a su casa de Segovia; en el nacimiento de Ramiro en Avila a los pocos meses; en la vida claustral que llevaron durante algunos años; en la constante melancolía de doña Guiomar; en la escasa afección del anciano por su nieto; en el silencio que rodeaba la memoria de aquel Lope de Alcántara, muerto, sin embargo, tan gloriosamente por su Rey.
Le había dicho una vez que sabía más que el Tostado, elogio que él supo apreciar en todo lo que valía, por haber leído al ilustre hijo de Ávila. En cierta ocasión ella había dejado caer el pañuelo, un pañuelo que olía como aquella carta, y él lo había recogido y al entregárselo se habían tocado los dedos y ella había dicho: «Gracias, Saturno». Saturno, sin don.
Así también, en Avila, tenían derecho a ser enterrados en la parroquia de Santo Tomé, donde existe la capilla de su linaje; en Santo Tomás el Real, dentro mismo del templo; y en los lucillos de San Vicente, en cuya iglesia estaban pintadas las armas de aquella familia sobre los asientos de la capilla mayor, según uso calificado y antiguo.
Mi muy querido Mariano: Juntos hemos hecho, no sólo algunos de los viajes que menciono en la presente obra, como el de Madrid á Toledo y el de El Escorial á Ávila, sino también el muy más importante de la adolescencia hasta la vejez, pasando por los desiertos de la ambición..... Luis de León y á Balzac, á Savonarola y á Aben-Humeya.....
Pero abriendo aquella ventana que tenía vistas al cielo, ya no había que temer». La Regenta habló de Santa Teresa con entusiasmo de idólatra; el Magistral aprobaba su admiración, pero con menos calor que empleaba al hablar de ellos, de su amistad, y de la piedad acendrada que veía ahora en Anita. Don Fermín tenía celos de la Santa de Ávila.
Sirva de ejemplo el siguiente: E de tal razon com esta Vos direi com huna vez A Virgen Santa María Un muy gran miragre fez Por lo bon Rey Don Fernando Que foi comprido de prez. V. los Anales de Sevilla, tomo I, pág. 301. Historia de las grandezas de Avila, por Fr. Luis de Ariz, parte II, pág. 37. Masdeu, Historia crítica de España, tomo XIII, pág. 327. Masdeu, tomo XIII, págs. 198 y 277.
Estando en nuestra población la célebre hija de Avila, fué retratada por el napolitano Juan de Narduck, que había sido discípulo de Coello y que á la sazón era religioso lego conocido con el sobrenombre de fray Juan de la Miseria, conservándose hoy este retrato en el convento de carmelitas de San José, y el cual, si no es una perfecta obra de arte, es por lo menos, el más auténtico retrato que existe de la reformadora.
Mi padre, que Dios haya, era hidalgo de sangre; pero tuvo que tomar el oficio de pelambrero por no ver morir de miseria a los muchos hijos que tuvo. Finó de un mal que llaman... El clérigo aprovechó de aquella perplejidad para recobrar la palabra, y púsose a referir que, pocos días antes, habían pasado por su pueblo dos moriscas de Avila, conducidas en un carro verde, a la Inquisición de Toledo.
Palabra del Dia
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