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Actualizado: 26 de junio de 2025
Tambien á Diego Gomez, el que habia Al triste caballero aconsejado, Colgaron; y lo mismo aqueste dia Al Avila hicieran, que sacado Con estos tambien fuè, y ya queria El verdugo colgarle: encaramado Estuvo en los postreros escalones, Y
A los ejemplos que transcribe el señor Bonilla podrían añadirse otros, éste, verbigracia del Entremés de los invencibles hechos de Don Quijote de la Mancha, compuesta por Francisco de Ávila, publicado en 1617, y reimpreso en 1905 con prólogo y notas de don Felipe Pérez y González: «MUJER. Estánme echando todos bernardinas, pidiéndome imposibles por momentos. VENTERO. ¿Qué os piden, por mi vida?
De Los amantes de Teruel tratamos ya en ocasión oportuna. La Reina de los ángeles celebra la victoria de los cristianos sobre los mahometanos en la toma de Sevilla por San Fernando. Parte tercera de las comedias, etc., publicada por Francisco Lucas de Avila, sobrino del autor: Tortosa, 1634; reimpresa en Madrid, en 1652.
La crispada y hostil actitud, que aún conservaba, suscitábale nuevos impulsos de odio contra su víctima. Cuando comenzó a serenarse, dijo en voz alta, sentándose en el sillón: ¡No he menester de él, ni de nadie! Pocos días para Avila más tristes que aquel lunes, 17 de febrero de 1592. La ciudad despertó en una expectativa siniestra.
Mira de Mescua, honra singular de nuestra nación; la discreción é innumerables conceptos del canónigo Tárraga; la suavidad y dulzura de D. Guillén de Castro; la agudeza de Aguilar; el rumbo, el tropel, el boato, la grandeza de las comedias de Luis Vélez de Guevara, y las que agora están en xerga del agudo ingenio de Don Antonio de Galarza, y las que prometen Las Fullerías de Amor, de Gaspar de Avila, que todos estos, y otros algunos han ayudado á llevar esta gran máquina al gran Lope .»
Ramiro acordose de las campanas de Avila, de las tardes de su niñez en la torre solariega y de su madre, siempre llorosa, siempre enlutada, siempre taciturna. Rezó las avemarías. Estaba redimido, estaba purificado, pero sentía su pecho ávido y triste, como un arroyo sin agua. Quiso entrar en la ermita para verter al pie del altar su congoja profunda. Levantose.
En el fondo, la sierra de Avila levantaba sus picos más altos chapados de nieve. De ordinario, un bulto de nubes asomaba por detrás de la Serrota o del Zapatero, como vapor de una olla, sombreando los picachos y suspendiendo sobre la falda largos vellones horizontales. Aquella tarde las mujeres aderezaban ropas de iglesia.
Entró en Sevilla el día 13 de Diciembre, i en el mismo dia hizo prender al arcediano de Ecija don Fernando Martinez, porque con sus predicaciones habia puesto en sedicion al pueblo contra los judíos. El maestro Gil Gonzalez de Avila hablando del arcediano dice que el rei castigólo, porque ninguno con apariencia de piedad entendiese levantar el pueblo.
¡Ah! ¡el alguacil Agustín de Avila! exclamó el bufón, y pasó por sus ojos un relámpago de muerte. Pero de repente apretó de nuevo á correr, exclamando: Lo otro es primero... la reina... ¡Dios mío! Y entró en el patio del alcázar. Allí, de una manera involuntaria, superior á su resistencia, se detuvo de nuevo, y miró á una torre almenada que se veía por cima de las galerías en un ángulo del patio.
Millán permaneció en Ávila durante algunas semanas, hasta dejar establecida y en actividad la imprenta cuya fundación le fue confiada.
Palabra del Dia
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