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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Como montón de hojas secas que el viento arremolina, arrastra y desparrama, los grupos se movían, atropelladamente, se formaban y se disolvían; dominando el fragor del tumulto, alzábase una voz: ¡Oro 325! E inmediatamente un alarido colosal la apagaba, recorriendo todos los ámbitos de la sala estremecida.
Bringas estaba en medio de la habitación, el rostro descompuesto, de una palidez aterradora, las manos crispadas, los ojos muy abiertos, muy abiertos... Un mueblecillo, que al lado de la mesa tenía con el cacharro de goma laca y la lamparilla de alcohol para calentarla, había caído empujado por el artista cuando este se levantó atropelladamente de su sillón.
Había vendido atropelladamente la casa de sus abuelos allá en la Marina, las viñas, toda la herencia del Tritón, cuando adquirió el Mare nostrum. Su deseo era que Tòni rescatase estos bienes, instalándose en el antiguo domicilio de los Ferragut. Tienes dinero de sobra para eso y mucho más. Pero el segundo no se reanimó con estas afirmaciones optimistas.
Sorprendido y con el corazón lleno de amargura, se quedó Francisco un momento solo en la sala desnuda y vacía, escuchando el pesado andar y las risotadas de los campesinos que bajaban atropelladamente la escalera y percibiendo en medio de aquel ruido esas palabras dichas con burlona voz: «¡Muy bien! ¡Maltrecho y sin palabra, le ha dejado Simón a ese orgulloso parisiense!»
Marta le escuchaba con atención profunda, revelando en su semblante todas las fases de la indignación; tiraba cada vez con más fuerza de las sábanas y las doblaba atropelladamente sin apartar los ojos de los del narrador.
Imposible le era tranquilizarse, tanto más, cuanto que tenía siempre ante la imaginación la figura de Clara, de rodillas, con los ojos llenos de lágrimas y los brazos cruzados. Dábale compasión y después ira, sucediéndose tan atropelladamente estos dos sentimientos, que creyó sentir como una ebullición en el pecho y un vértigo en la cabeza.
El cigarro en la boca y el junco cimbreño en la mano, entraban en la Bolsa las dos primos, atropelladamente, asaltando los grupos, codeando a todo el mundo, en dirección a la pizarra, a ver la cotización de los valores: hacían un gesto, lanzaban una exclamación, y con el lapicero tomaban rápidamente apunte. ¿Qué te parece, ché? ¡El oro ha subido diez puntos!
Arreglaron el altar atropelladamente; despojose la una de los atavíos que se había puesto; compuso la otra su vestido en desorden; pero por más prisa que se daban, tales eran la confusión y desconcierto producidos allí por la anarquía, que no había medio de volverlo todo a su primitivo estado.
A la misma hora Teodoro Golfín salía de la casa de Penáguilas. Llegose a él Choto y le dijo atropelladamente no sabemos qué. Era como una brusca interpelación pronunciada entre los bufidos del cansancio y los ahogos del sentimiento. Golfín, que sabía muchas lenguas, era poco fuerte en la canina, y no hizo caso.
Está visto; no sirve usted para madre... ¡Ángel de Dios!, hace dos horas que está rabiando... Si usted no se enmienda, tendremos que mirar por él. viii Abrió y entraron todos atropelladamente; Fortunata delante, Guillermina agarrada a ella, y detrás Ballester, Maxi, Izquierdo y Segunda.
Palabra del Dia
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