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Actualizado: 11 de junio de 2025


Yo soy en efecto, dijo doña Guiomar, y dígoos a lo de la disculpa que en el que fue vuestro enamorado encontráis, que no la merecía; que no una locura de amor le llevó a punto de ofenderme, sino un apetito desordenado y asqueroso; y no pasión tuvo por , sino empeño tenaz por el que olvidó hasta el último vislumbre de su honra; que no atreviéndose a insistir en sus solicitudes, temeroso de un nuevo y más grave castigo, tiró a vengarse, y como no tenía de qué, porque la justicia que se sufre no da ni puede dar lugar a la venganza, quiso deshonrarme propalando contra inauditas calumnias, que por fortuna mía acabaron donde empezaron.

Bueno que á las mujeres se las lleve con mano suave: está en el orden de Dios, y para eso somos cristianos y no cafres; pero eso de dejar las riendas sueltas ningún hombre debe hacerlo en su vida, porque hasta los animales corren peligro de desbocarse, cuanto que más la mujer...» Velázquez los oía y se callaba, no atreviéndose á contradecirlos y no osando tampoco confesarles el miserable estado á que su pasión le había conducido.

No bien entró Clara en el cuarto, Doña Blanca le preguntó: ¿Dónde has estado, niña? Mamá, en el nacimiento. No cómo tiene pies mi señora Doña Antonia para dar paseos tan disparatados. Con ir y volver, eso es andar cerca de una legua. Doña Antonia no ha estado hoy con nosotras dijo Clara, no atreviéndose á mentir, ni siquiera á disimular.

«¿Qué habrá pasado aquí? ¿De qué talante encontraré a ese Facundo, tan estrecho, el infeliz, de molleraAngustias, al huir, no atreviéndose a dejar cuenta de a Xuantipa, por temor, ni a Belarmino, por amor, había usado de subterfugio y largo rodeo, adoctrinada por Felicita.

Por debajo de estas formas transparentes y frágiles que quemaban cuanto tocaban, atreviéndose á capturar presas mucho más grandes que ellas, extendíase en jardines la llamada «flor de sangre», el coral rojo, y especialmente el astroides, formando con sus corolas una alfombra de color anaranjado.

En sus órbitas rodaron los ojos del xeque fiero; su diestra el brazo hechicero que las Gracias modelaron asió con fuerza brutal, y doblegando á la triste exclamó; Si no mentiste; si la humillante señal de los brazos de un insano, que atreviéndose á mi honor aprovechó tu pavor, mienten tambien; si es en vano

Irritado Deza con el loable trabajo de Lebrija pareció ante los Reyes Católicos i les pidió una órden para proceder contra este esclarecido varon, no atreviéndose á perseguirlo desde luego, porque sabia el mucho amor que la reina tenia á sus estudios i letras.

Y Juan, no atreviéndose a nombrar a su tío, dejó de proponer soluciones. Lo del huerto no lo consiento.... Pero no llore usted, mamá.... No llore.... ¡Qué demonio! Para todo hay remedio en este mundo. ¡Si no se gastase tanto en esta casa...! No se enfade usted, mamá.

Tres ó cuatro veces descargaba cuchilladas con una violencia increíble. Las mujeres se tapaban los ojos y daban espantosos chillidos, creyendo ya segada la garganta del muchacho que prefiguraba á Cristo; pero el tío Gorico paraba el golpe antes de herir, como no atreviéndose á consumar el sacrificio.

Los otros hombres se esforzaban por adularla y serle gratos, mientras que Miguel mostraba un carácter imperioso, semejante al suyo, discutiendo con ella, atreviéndose á contrariarla. Algunas vecen salían juntos á caballo para galopar por el Bosque de Bolonia bajo la vigilancia de Toledo. Un tormento para don Marcos.

Palabra del Dia

rigoleto

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