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Actualizado: 23 de junio de 2025


Es María, la egida y el amparo del que en la tierra infortunado llora; y es en el mar el encendido faro enmedio de tormenta aterradora. La que invoca el marino en sus azares, cuando el azote de huracán violento, las olas de los mares, amenazan trepar al firmamento.

De pronto y en el momento en que Jenny pronunciaba las últimas palabras y emitía con punzante sentimiento las notas de la cadencia final, sus ojos se quedaron fijos, su cara se cubrió de mortal palidez, su brazo se levantó y trazó en el vacío un ademán de terror, la voz expiró en sus labios, y apoyada en el piano para no caer, la cantante permaneció inmóvil, aterradora en su actitud de trágico espanto.

Más enfurecidos ellos cuanto mayor era el número de los que se retiraban contusos, se atacaban con creciente furor. Estaban rojos. Sus brazos, al parecer descoyuntados, elásticos, flexibles como una banda de cuero, funcionaban con aterradora prontitud. Ni Zarapicos se acordaba ya de los matacandiles, ni Gonzalete de los alfileres. Morir matando era su ilusión.

Cuando uno se propone un fin noble y elevado, como es el del matrimonio, y no puede conseguirlo á causa de un cochino déficit, reniega de la existencia y.... No pudo concluir la frase, porque ante sus ojos se presentó un espectro que avanzaba lentamente, con expresión siniestra y aterradora.

No deja de tener gracia eso de perder un empleo por hacer figuras de barro. Comprendo que usted se arruinara por mujeres de carne y hueso... pero por muchachas de barro o de mármol, eso, francamente, excede para los límites de lo comprensible. Pocos momentos después nació en su espíritu la sospecha aterradora de que la conversación empezaba a aburrirle.

Es más; si se considera lo que indudablemente les espera en esta vida, puede asegurarse que les causo un terrible mal... Vivir abrumados de trabajo, de sufrimientos, de angustias, y por fin de fiesta quizá una muerte aterradora como la de sus padres allá entre las olas embravecidas. ¡Hermoso porvenir! Bien pueden darnos las gracias esos pobres chicos por la felicidad que les preparamos.

Pero aunque avivó mucho el paso, él seguía siempre á su lado diciéndole mil cosas. Iban por la plazuela de Santa Ana, cuando sintieron detrás gritos de mujer. El majo no volvió la cara; pero tuvo buen cuidado de embozarse bien en su capa para no ser conocido. Arrastrao, endino dijo la mujer, que era alta, gruesa hombruna y con voz aterradora y aguardentosa.

Silba, silba la noche, confusa, aterradora; verdes, azules llamas en el mar vénse arder; mas la calma renace con la próxima aurora, y pronto una atrevida barquilla pescadora las fatigadas olas comienza a recorrer.

Y como era hombre que entendía bien su interés y su conveniencia, pero que de almas sabía poco, jamás llegó a comprender ni a darse cuenta de las singulares transformaciones del alma de María Antonia, convertida de súbito de libre cortesana en austera penitente, y de austera penitente en algo a modo de vengadora y aterradora Furia.

Se vio allí bien claro, cual vestigio honroso conservado sólo por indulgencia del tiempo. «Todo envejece pensó , y cuando las piedras se gastan, ¡cómo no ha de gastarse el cuerpo del hombre!». Y los síntomas de decadencia aumentaban con rapidez aterradora. Dos días después notó Feijoo que no oía bien.

Palabra del Dia

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