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He ido ahorrando algún dinerillo estos meses pasados para los dulces del bautizo, ¿sabes?... Pero le encajaré la cuenta a mamá... ¡vaya si se la encajaré! Y reía a carcajadas. Pero su corazón lloraba, porque sabía muy bien que si esperaba por su madre no se comerían dulces en el bautizo del hijo de sus entrañas. El dinero de la sortija concluyó pronto. Empeñó otra. Tampoco tardó en gastarse.

Y vaya un modesto empleado de ochenta pesos al mes, que tiene que sostener una familia, y dar carrera al hijo único, que, por tratarse con lo más granadito de la sociedad, está obligado a presentarse con decencia; vaya, digo, un empleadillo de éstos, a mandarse hacer un frac cada dos carnavales y a gastarse la asignación mensual para cigarrillos del niño en botas de charol, con que poder ir a cortejos oficiales.

D. Acisclo, hasta para lo práctico, y de hoy, sin pensar en mañana, vale más mi sistema que el de V. ¿Qué se logra con dar empleos a trochi-moche? El distrito no se enriquece por eso. Los naturales de él que salen empleados se gastan fuera lo que cobran. Raro es el que vuelve al distrito a gastarse en él lo que ahorra o garbea. A menudo los tales ahorros no lucen ni parecen.

Volvemos á repetir que Manila, ó mejor dicho la nueva Manila, que la forma la inmensa población que se ha creado fuera de los fosos, podía ser una segunda Venecia, no lo es, no por falta de deseos, no por falta de conocerlo, sino porque se opone hoy por hoy la tradición de la costumbre, la indolencia que crea el suelo, la manera de ser de la localidad y los cuantiosos caudales que habían de gastarse en la limpieza, arreglo y conservación de los muchos esteros que serpentean por Binondo, Quiapo y Tondo.

Y ¿qué se hace ahora? Lo de costumbre: gastarse las rentas alegremente. En este momento histórico se las chupa una ribeteadora, que de seguro da en todo quince y raya a tus princesas, por hermosas, elegantes y despilfarradoras que puedan ser. Últimamente le ha sacado a tenazas un chateau en Bélgica. Es una sanguijuela que se pasa de fina. ¿Y su mujer?

El envidioso asombro que aquellos muebles le inspiraban, se traducía en movimientos nerviosos y gestos desabridos; desparramaba las miradas por la estancia, y en seguida se le contraían los labios y se le dilataban las ventanas de la nariz. ¿No era una desesperación que andando por el mundo hombres capaces de gastarse aquello, hubiese mujeres como ella que, aun siendo pródigas de su cuerpo, tenían que vivir entre hambre y remiendo?

No tuvo más remedio que gastarse en pan otra peseta y repartirlo presurosa. Por fin, apretando el paso, logró ponerse a distancia de la enfadosa pobretería, y se encaminó al vertedero donde esperaba encontrar al buen Mordejai. En el propio sitio del día anterior estaba mi hombre aguardándola ansioso; y no bien se juntaron, sacó ella de la cesta los víveres que llevaba, y se pusieron a comer.

La condesa d'Aulnoy, en la traducción antigua alemana de su obra , dice de él lo siguiente: «Este favorito compuso en su honor diversas comedias, que se representaron, acudiendo todos á verlas con empeño; y, á la verdad, ningún medio como éste para granjearse las simpatías de los españoles, aficionados más que ningún otro pueblo á este espectáculo, y dispuestos á gastarse su dinero en pagar un buen asiento á costa del hambre de su pobre mujer y de sus hijos

Aquí apenas quiere nadie abandonar la capital, a no ser en el rigor del verano, y entonces, no suele ser para visitar los predios rústicos y dirigir o presenciar las faenas agrícolas, sino para irse a Francia o a otros países extranjeros a pasar por allá el tiempo y a gastarse la hacienda.

En Madrid, el día antes de casarse, no fue hombre para gastarse seis cuartos en un ramo de rositas de olor... En Navalcarnero le había regalado un botijito, y la llevaba a pasear por los trigos, permitiéndose coger amapolas, que se deshojaban en seguida.