Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de junio de 2025


Mas, súbitamente, Amaury sintió que hacía presión sobre su brazo todo el peso del cuerpo de su amada, entonces se detuvo asustado al verla con el talle doblado hacia atrás, lívido el rostro, cerrados los ojos y entreabiertos los labios. Se había desmayado. Amaury no pudo contener un grito. El corazón de Magdalena no latía; hubiérase dicho que la muerte lo había paralizado.

Los dos hombres se volvieron de repente por no poder atravesar el gentío, y asustado Jacobo cubrióse al punto el rostro con el pañuelo cual si se limpiase las narices, y subiendo muy de prisa la escalerilla del Carmen, entróse en el templo...

Y no es esto solo; ha desterrado y preso y asustado á los mismos á quienes ayer llamaba sus amigos, y ha honrado y favorecido á otros á quienes miraba como enemigos. Sin ir más lejos ¿no os ha nombrado á vos inquisidor general? Lo que me ha hecho tener más cuidado ahora que nunca, señora; cuando el lobo lame la mano que odia...

¡Agáchate, agáchate! me dijo el viejo bajándose; al mismo tiempo, a diez pasos de nosotros, una codorniz atemorizada abrió cuanto pudo sus alas y su pico, y tendió el vuelo dando un grito de miedo. un formidable ruido y nos rodeó un polvo de un olor extraño, blanco y caliente, aunque apenas había salido el sol. Estaba yo tan asustado que ya me era imposible correr.

El viajero quedóse un momento mirando aquella cifra angustiosa, y apretando el lápiz entre sus blancos dientes, hasta romperle la punta, apartó al fin los ojos como asustado, para fijarlos en el golpe de vista más admirable que puede ofrecer la inmensa Babilonia de París.

A este punto llegaban de su coloquio el duque, la duquesa y don Quijote, cuando oyeron muchas voces y gran rumor de gente en el palacio; y a deshora entró Sancho en la sala, todo asustado, con un cernadero por babador, y tras él muchos mozos, o, por mejor decir, pícaros de cocina y otra gente menuda, y uno venía con un artesoncillo de agua, que en la color y poca limpieza mostraba ser de fregar; seguíale y perseguíale el de la artesa, y procuraba con toda solicitud ponérsela y encajársela debajo de las barbas, y otro pícaro mostraba querérselas lavar.

¿Dónde me han puesto una caja que traje? En su cuarto, sobre la cama. ¡Ah!, bueno. Don Pedro miró al médico, comprendiendo de qué se trataba. No así Julián, que asustado por el hondo silencio que siguió al diálogo de Máximo y Sabel, interrogó indirectamente para saber qué encerraba la caja misteriosa. Instrumentos declaró el médico secamente.

Zafóse Candido asustado, y el miserable dixo al otro miserable: ¡Ay! ¿con que no conoces á tu amado maestro Panglós? ¿Qué oygo? ¡vm., mi amado maestro! ¡vm. en tan horrible estado! ¿Pues qué desdicha le ha sucedido? ¿porqué no está en la mas hermosa de las granjas? ¿qué se ha hecho la señorita Cunegunda, la perla de las doncellas, la obra maestra de la naturaleza? No puedo alentar, dixo Panglós.

Le juró que rompería con él, que lo abandonaría, que le quitaría a su hijo, que promovería un escándalo, que se mataría. La sugestiva dama estaba muy hermosa en su furia; tenía el aire de un pajarito asustado, ante el cual un enamorado no podía permanecer insensible. El conde pidió gracia, pero firme en su resolución.

Estuvo oyendo mucho tiempo el ruido de sus pasos, despues entró en su celda y esperó que apareciera en la calle. Vióle, en efecto, oyó que decía á un compañero que le preguntaba á donde iba: ¡Al Gobierno Civil! ¡Voy á ver los pasquines y á reunirme con los otros! El compañero, asustado, se quedó mirándole como quien mira á uno que se suicida y se alejó corriendo.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando