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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Por las tardes, cuando terminado el coro se cerraba la catedral, Gabriel subía a las habitaciones del campanero, asomándose a la galería de la puerta del Perdón. Mariano, el hijo del campanero, un muchacho de la misma edad del seminarista, unido a él por el respeto que le inspiraba su sabiduría, lo guiaba en sus excursiones por las alturas del templo.

¡Adiós, Pablo! ... repetían las mujeres y los niños asomándose a la puerta de sus cabañas; pero él no oyó la voz querida ni vió el semblante de Carmen entre aquellos curiosos.

Del grito que soltó, retemblaron todas las vidrieras del palacio. ¿Qué ocurre? ¿Qué sucede? exclamó el Papa, asomándose al balcón precipitadamente. Tistet Védène estaba ya en el patio, fingiendo que lloraba y mesándose los cabellos: ¡Ah, gran Padre Santo, qué pasa!

; estamos embarrancados. Tengo ese temor, Capitán. Subamos, Van-Horn. Abandonaron la estiba y subieron a cubierta, asomándose por la amura de babor. Sólo entonces advirtieron que la nave estaba ligeramente inclinada y que su carena se apoyaba a estribor sobre un banco de arena cubierto por media braza de agua.

Al sonar cercanos los ecos de la banda se abrieron algunos balcones, asomándose las muchachas privadas de salir, los ancianos y niños faltos de quien les llevase a paseo, y por las bocacalles inmediatas vinieron a escape enjambres de chicos, que con gran algazara y vocerío corrían unos a ponerse junto a la escuadra de gastadores, otros a rodear la charanga, acompañándola buen trecho, hasta que al cabo de un rato se volvían hacia sus casas, temerosos de reprimenda o paliza.

De esa manera me agradeces lo que hago por ti... ¿Pero qué mal hay?... Vaya, que es usted terca. Pues que no me voy, que no me voy. Sonó la campanilla. «¿Apostamos a que es ella?... Lo siento» dijo Guillermina, asomándose a la puerta. Jacinta no creyó prudente discutir más, y sin decir nada metiose en la alcoba, cerrando cuidadosamente las vidrieras.

Luego, asomándose a una de las ventanas que daban al parque, prosiguió: Ya no volveré a ver ese hermoso cielo, esos verdes céspedes, esas bulliciosas aguas; ya no respiraré más este aire embalsamado... ¡Qué insensato he sido!

¿Parece que no has leído mucho? dijo Ricardo a Melchor, asomándose por sobre el espaldar del asiento y viendo doblados los ejemplares de La Nación y La Prensa. En cambio parece que has dormido bastante repuso Melchor, levantándose. No; he dormitado. Lo mismo que yo dijo Lorenzo, incorporándose; ¡si no se puede dormir con el movimiento del tren!

Hallábase la familia vagando por la casa y por el portal, sin hablar una palabra y tropezando unos con otros, asomándose a los esquinales, mirando por aquí y escuchando hacia allá, y volviéndose adentro y tornando a salir. Tenía los ojos Tanasia como puños, de tanto llorar; y en cuanto me vio a se llevó el delantal a ellos; y tal fue su desconsuelo, que parecía echar el alma en cada sollozo.

Apenas si hablaba el señor Novillo; de tarde en tarde se sonreía, enseñando unos dientes de blancura irreprochable, que, rodeados del hirsuto contorno, parecían una estría de carne de coco asomándose entre la cáscara pardusca y crinada; pero la mitad superior de la cara y los ojos seguían parados y tristes.

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