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Actualizado: 18 de julio de 2025
Jamás lo comunicó a la señora Morfeo, ni a Sofía, ni menos a los alumnos que asistían a sus clases. Esta reserva tenía su explicación en la antipatía constitucional a enredar, sobre todo en el deseo de ahorrarse las preguntas y conjeturas de la curiosidad vulgar y de que nunca creía que iba a hacer algo hasta el momento que lo había puesto en práctica. No le gustaba pensar en Melisa.
Visto esto, mandó a un gentil hombre español de los que lo asistían, que tuviese mucho cuidado dél, y le hiciese aderezar aposento para él y su criado y le regalasen con los mesmos platos que se hacían para su mesa, y que le enseñasen las cosas más particulares de la ciudad.
Mientras los chicos comían, enteramente abstraídos de lo que les rodeaba, el dueño del café, Hojeda, Miguel y los demás que asistían a esta escena los contemplaban con ojos que brillaban de alegría: todos los rostros expresaban un deleite casi sensual.
5 Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se puso al lado, y tenía tres costillas entre sus dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y los libros se abrieron.
Los médicos que asistían á las señoras melancólicas declaraban la existencia de una enfermedad nueva y temible: «la enfermedad de París». Doña Luisa apoyaba á su hija. ¿Por qué no había de vivir ella en Europa, lo mismo que su hermana, siendo como era más rica? Hasta Julio declaró gravemente que en el viejo mundo estudiaría con mayor aprovechamiento. América no es tierra de sabios.
En la cámara todo era confusión, lo mismo que en el combés. Los sanos asistían a los heridos, y éstos, molestados a la vez por sus dolores y por el movimiento del buque, que les impedía todo reposo, ofrecían tan triste aspecto, que a su vista era imposible entregarse al descanso. En un lado de la cámara yacían, cubiertos con el pabellón nacional, los oficiales muertos.
Encontrábanse con sus desconocidos; como en el teatro, asistían diariamente a la representación de dramas llamados por los reporteros «dramas judiciales» . Era agradable ver al público, oír el ruido de las voces en los corredores, mezclarse con aquella multitud agitada. El buffet estaba muy animado. Lo alumbraba ya la luz eléctrica, y sobre el mostrador veíanse cosas muy apetitosas.
Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud! ¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? le dije al llegar a estas pruebas. Me parece que son hombres singulares... Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.
El tal arcediano, que frecuentaba mucho la basílica, acudió á ella el 21 de Diciembre de 1595 á practicar sus cuotidianas oraciones, y muy contrito y devoto se hallaba arrodillado cerca del coro, mientras se cantaban las vísperas, á las que asistían también gran número de fieles, cuando héte aquí que cruzó la nave D. Diego de Ulloa, muy orondo y llevando puesta su capa de coro.
Hacíame mil preguntas acerca de la tertulia de Anguita, me obligaba a describirle minuciosamente todas las jóvenes que allí asistían, y luego, repentinamente, mirándome con fijeza a los ojos, me preguntaba: Vamos a ver: ¿y cuál es de todas la que más te gusta? Ninguna. Todas me gustan por igual. ¿Por qué sueltas esas simplezas? ¿Crees que me voy a enojar porque te guste una más que otra?
Palabra del Dia
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