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Actualizado: 31 de octubre de 2025


Un monumento con un gallo en su cúspide, arrogante y victorioso, guardaba los restos de los combatientes muertos por Francia. Don Marcos aún estaba conmovido por sus propias palabras, dichas en medio de un profundo silencio ante la puerta de esta tumba común que iba á tragarse para siempre el cadáver de Martínez.

Tenía un pecho medio descubierto, el cuerpo del vestido hecho girones y las melenas cortas le azotaban la cara en aquellos movimientos del hondero que hacía con el brazo derecho. Su catadura les parecía horrible a las señoras monjas; pero estaba bella en rigor de verdad, y más arrogante, varonil y napoleónica que nunca.

La arrogante walkiria, al pasear por el mundo su guerrero manto, había barrido entre aplausos y vítores aquellos ricos testimonios de adoración. Rafael sentía orgullo por ser su amigo; y al mismo tiempo reconocía su pequeñez; se asustaba de su atrevimiento amoroso, exagerando en su imaginación la diferencia que les separaba.

Y así fueron corriendo los años. Don Simón, acrecentando en cada uno prodigiosamente su caudal, sin duda por aquello de «dinero llama dinero»; doña Juana, sudando placer y vanidades por todos los poros de su cuerpo, y Julieta transformándose en una arrogante moza, desesperación de imberbes, codiciada de talludos y obsequiada de todos.

Ana vio aparecer en el púlpito de la izquierda del altar la figura de Glocester, siempre torcida pero arrogante: la rica casulla de tela briscada despedía rayos herida por la luz de los ciriales que acompañaban al canónigo.

No porque el árbol me robase a Elvira, Mas porque fué tan alto y arrogante, Que a los demás como a pequeños mira: Tal es la fuerza de un feroz gigante. "¡Villanos, dije yo, tened respeto: Don Tello, mi señor, es gloria y honra De la casa de Neira, y en efeto, Es mi padrino y quien mis bodas honra."

La fama de sus proezas en las novilladas de los pueblos llegó a Sevilla, haciendo fijarse en su persona a los aficionados inquietos e insaciables, que siempre esperan un nuevo astro que eclipse a los existentes. Paece que es un niño que promete decían al verle pasar por la calle de las Sierpes con paso menudo, moviendo arrogante los brazos . Habrá que verlo en el terreno de la verdá.

El teniente fingió no verle, mientras Lubimoff le seguía con una mirada interrogante. ¿Qué es lo que había de nuevo en este hombre? Dudó de su falta de salud, de su peligrosa situación que tanto preocupaba á los médicos. ¡Todo mentiras, para interesar á las damas! Se fijó en la firmeza arrogante de su paso, en el aire de jovenzuelo con que agitaba el junco que le servía de bastón.

Era, a pesar de este traje casero, la misma arrogante persona que había visto dos o tres veces en casa de Anguita. Sólo que aquella expresión de fatiga que había advertido en su rostro se mostraba ahora más claramente. El color de su rostro era moreno cetrino. En sus facciones había regularidad y decisión; ojos grandes, negros y opacos; la cabellera gris, abundante y ondeada.

Don Andrés se estremeció. ¡Ay, cómo le habían cambiado a su Rafael!... Aquella chispa agresiva, arrogante, belicosa, que brillaba en sus ojos, no la había visto nunca. Rafael, ¿así me contestas? ¡A , que te he visto nacer! ¡A , que te quiero como te quería tu padre! Soy ya mayor de edad. No quiero tolerar más esta comedia de ser personaje en la calle y un chiquillo en casa.

Palabra del Dia

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