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Actualizado: 13 de junio de 2025


La llanura esparcíase hasta las montañas que, esfumadas por la distancia, cerraban el horizonte; inculta, salvaje, con la solemnidad monótona de la tierra abandonada. Los hierbajos cubrían el suelo en apretadas marañas, matizando la primavera su verde oscuro con el blanco y el rojo de las flores silvestres.

Sólo diremos ahora que era hombre de cuarenta años de edad, rubio, pálido, de pocas carnes y no muy apretadas, de mediana estatura y grandes extremidades. Después del director, la persona más influyente en el colegio: dormía dentro de él, y aun se decía que tenía alguna participación en las ganancias.

Seguía cayendo la lluvia y sobre las apretadas filas de cabezas cubiertas con faldas, mantas y alguno que otro paraguas, pasaban las rojizas llamas de los hachones tiñendo de escarlata las mojadas caras. Sonreía la gente bajo aquel temporal con la confianza del éxito; gozándose por adelantado con el terror del río apenas entrase en él la bendita imagen. ¿Qué no podría San Bernardo?

Así, así me gusta... No te vergüenza de comer bien, y puesto que lo hay, aplícate todo lo que puedas, que día vendrá... ojalá que no. Ya ves qué contraste; yo voy para abajo, para arriba. ¡Cuando digo que tienes lo mejor de la vida por delante...! Y buena tonta serás si no engordas todo lo que puedas, y te pones las carnes aún más duras y apretadas si es posible.

Somoza llegó a las ocho. ¿Qué es? ¿qué tiene? ¿hay gravedad? Don Víctor con las manos cruzadas, apretadas, convulso, preguntaba estas cosas delante de la enferma, que aunque aletargada, oía. El médico no contestó. Recetó y salió al gabinete. ¿Qué hay? ¿qué hay? repetía allí Quintanar con voz trémula y muy bajo ... ¿Qué hay? Don Robustiano le miró con desprecio, con odio y con indignación...

Maltrana le abandonó al pasar ante «el rincón de las cocotas». Le atrajo el verlas a casi todas con los sillones juntos, apretadas en torno de Madama Berta, la andariega veterana, cuyos consejos oían religiosamente en asuntos de América.

Y él, con el chaqué ceñido de talle y abombado de pecho, los pies de femenil pequeñez enfundados en charol y cañas blancas sobre altos tacones, bailaba grave, reflexivo, silencioso, como un matemático en pleno problema, mientras las luces azuleaban las dos cortinas obscuras, apretadas y brillantes de sus guedejas.

Siempre que se veían en un aprieto al pelear contra los indios, aparecíaseles el apóstol Santiago en su corcel blanco y luminoso, hendiendo las apretadas huestes cobrizas, lo mismo que en España había desbaratado a los infieles musulmanes. La devoción de aquellos hombres dijo Ojeda ha llenado América de imágenes prodigiosas, tantas o más que en la Península.

Pero los motivos que pueden haberla impulsado al suicidio, no sólo no faltan, sino que abundan. Usted tiene, no obstante, un argumento de su parte, uno solo... Ferpierre se detuvo un momento para respirar. Roberto Vérod permanecía en la misma actitud en que desde el principio lo había escuchado: la cabeza baja, las manos estrechamente apretadas, como quien espera un golpe mortal.

Cubrióse la mesa de tajadas de melón, peras y manzanas, avellanas y nueces; pero esto pasó sin gran éxito, atreviéndose el tío sólo con algunos pedazos de fruta que le mandó Juanito. Después, la clásica sopada, sin la cual don Juan no comprendía los banquetes: una gran fuente de crema, en la que se empapaban apretadas filas de pequeños bizcochos.

Palabra del Dia

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