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Actualizado: 27 de junio de 2025


No procedía éste como los amantes vulgares, en quienes la pasión no es más que un egoísmo un poco espiritualizado. En Bozmediano los movimientos de delicadeza y generosidad eran espontáneos y vehementes. No le fué difícil conseguir lo que apetecía.

Nucha tiró de ellos y salió el cuerpo, y tras del cuerpo las manos, en las cuales venía ya el plato que apetecía el ama de casa, pues los huevos que el chico acababa de ocultar se le habían roto con la prisa, y la tortilla estaba allí medio hecha, batida por lo menos.

La chula les clavó una mirada inquisitorial, agresiva, sin hacer la más leve inclinación de cabeza. ¿Pero se ha casado ese hombre? preguntó Presentación. No lo contestó Miguel riendo. Dicen que . Al fin ha encontrado lo que tanto apetecía: una mujer enérgica. Creo que le da cada pie de paliza que lo deja verde. ¡Qué horror! exclamó la joven estupefacta. ¡Parece mentira! ¿Mentira?

Y pálido y trémulo, se aproximó y puso sus labios en la frente de la criatura, mientras la dama le contemplaba con sonrisa provocativa y triunfal. La cita. Esta fue la tercera noche en que el conde de Onís apenas pudo cerrar los ojos. Nada más natural que en las dos anteriores estuviese agitado, calenturiento; pero ahora, ¿por qué? Todo se había resuelto como apetecía.

Verdad, verdad dijo el banquero poniéndose afectadamente grave y triste . Somos un par de trampas que el día menos pensado nos escurrimos para el otro barrio, sin sentirlo. Había visto una entrada oportuna para la conversación que apetecía: se apresuraba a aprovecharla. No; estás fuerte y robusto. Aún puedes dar mucha guerra en el mundo.... Pero yo, querido, ya tengo un pie en el estribo.

En seguidita me voy a mi cuarto y hago con él una pajarita preciosa... Ninguna me ha salido tan bien... El papel era gruesecito, ¿sabes?... Tenía el piquito levantado, que apetecía comérsela... Voy muy callandito a su alcoba y se la coloco sobre la mesa de noche. Al día siguiente le encontré con un hocico de media vara, que aún dura, y a mamá lo mismo... pero no me han dicho palabra.

Estas temporadas terminaban, como las otras, por una gran crisis nerviosa, un fuerte ataque, que la dejaba postrada algunos días en cama. También tenía momentos de tristeza tan profunda, que apetecía y aun buscaba la muerte. En cierta ocasión se arrojó al pozo, y de allí la sacaron medio asfixiada; pero nadie supo, mas que el confesar, que había tenido intención de suicidarse.

Ferragut sintió la misma inquietud que había experimentado una mañana ante el templete de Virgilio. «¡Está loca!», se dijo mentalmente. Pero á pesar de su locura, la apetecía vehementemente al percibir el suave perfume que exhalaba su carne por el escote del vestido. No vió ya el mundo silencioso que nadaba ó rampaba con un chisporroteo de colores detrás de los cristales. Sólo ella existía.

Ramoncito se creía sinceramente enamorado de Esperancita, y acaso tuviera razón para ello, pues la apetecía, pensaba en ella a todas horas, buscaba con afán los medios de agradarla y aborrecía de muerte a sus rivales. Por mas que se esforzaba en seguir los consejos del admirado Pepe Castro, procurando ocultar su inclinación o al menos la vehemencia con que la sentía, no lo lograba.

Luego que me hube aferrado bien a esta idea, bebí otra copa de un trago, me levanté y salí decidido a entendérmelas con aquel guapo. Mientras caminaba a paso largo hacia la calle de Argote de Molina, discurrí que acometerle de improviso a bofetadas era indigno. Además, una cachetina no era lo que yo apetecía. En aquellos momentos me sentía inclinado a lo trágico.

Palabra del Dia

rigoleto

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