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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Lucía no se apartaba de su lado; Ana había vuelto en sí; Lucía había mirado ya muchas veces a la puerta, como preguntándose dónde estaría Juan. «¿En el balcón? ¡Que no esté en el balcón!». Y aun desmayada Ana, por poco no le abandona la mano. ¡Vete, vete con Juan! le dijo Ana, apenas abrió los ojos, y le notó el trastorno; y con la mano y la sonrisa la echaba hacia la puerta suavemente.
Ya voy contestó Inés. Y siguió al ama, que la acompañaba siempre, la ayudaba a desnudarse, como a vestirse, y nunca se apartaba de ella por la noche hasta dejarla en la cama. El cuarto de dormir de Inés estaba puesto con singular esmero y limpieza. Sobre la cómoda, en una urna de vidrio, se veía un San Antonio de Padua, de bulto, hecho de barro cocido y pintado por no vulgar artista.
Aquí se paró el escritor, mil veces desdichado, porque se le acabaron las ideas; y no pudo decirla verdad al país, porque su imaginación no se apartaba de Juanita, de la impertinente y mojigata mamá, de los clerizontes y monagos que influían en la casa, de los carneros, bueyes, cabras y asnos del futuro Marqués de los Cuatro Vientos.
Mirábalas el Pituso sonriendo con malicia, y los demás niños se apoderaron de ellas, tomando todo género de precauciones para librarlas de las manos destructoras del salvaje, que no se apartaba de su madre adoptiva. El instinto, fuerte y precoz en las criaturas como en los animalitos, le impulsaba a pegarse a Jacinta y a no apartarse de ella mientras en la casa estaba...
En la vida ordinaria era una buena persona, que hablaba con voz tímida, ceceando lo mismo que un niño, y si su interlocutor le miraba fijamente, apartaba los ojos como avergonzado. Los efectos de su bondad y su sencillez se extendían hasta Europa.
Repárela usted bien. La chula no apartaba del carruaje sus ojos con expresión tan fiera y despreciativa que fascinaban como los de una pantera. En efecto, debe de ser bien dominante manifestó Carlota. ¡Un cabo de vara! repuso Rivera. Lo que le hacía falta a ese cínico que se ha pasado la vida burlándose de todas las leyes divinas y humanas. Llegaron por fin al manicomio.
Extendí la vista y le vi tras el respaldo del monumental sillón de doña María, muy enfrascado en estrecha plática con Asunción, que sin duda le estaba convenciendo de la superioridad del catolicismo con respecto al protestantismo. A cada paso apartaba él los ojos de su interlocutora para mirar a Inés. Bien decía el tunante observé para mí que se valía de las discretas amigas.
Yo me apartaba de él lo más que podía, pero en el fondo de mi corazón resonaba este grito de gozo: «¡Me ha tenido en sus brazos!» En el umbral de la puerta, el anciano médico salió a nuestro encuentro y nos tendió las manos diciendo: Marta está mejor, hijos míos, mejor de lo que esperaba. En el fondo de mi corazón resonaba este grito de gozo: «¡Me ha tenido en sus brazos!»
Me apartaba de la costa británica sin pesar pero con respeto. La Inglaterra es un país que no inspira simpatías, por muchos motivos, pero que conquista siempre la estimación, ó por lo menos el respeto. El viajero siente muy bien, al alejarse, que aquella noble isla es el santuario y la esperanza de la libertad del antiguo mundo, y el puesto avanzado de la humanidad en la via del progreso.
37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años, que no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. 40 Y el niño crecía, y era confortado del Espíritu, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
Palabra del Dia
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