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Actualizado: 21 de mayo de 2025


ABIND. Agora que a mi bien no pone obstáculo La fortuna cruel, y mis pies débiles Los rayos de mi sol llevan por báculo, Que el llanto enjugan de mis ojos flébiles, Haciendo al alma verdadero oráculo, Mis esperanzas, hasta agora estériles, Tendrán, ya libres de otra fuerza bélica, Fin en los brazos de mi esposa angélica.

El fogoso y apasionado mancebo, fuera de por los desdenes de la Angélica, resuelve, en su pasión, realizar á la fuerza su deseo sin contemplaciones de ningún género. Ofrécele la ocasión más favorable para saciar su apetito la fiesta de San Roque, que se celebra en la noche de aquel día en las inmediaciones de Toledo, esto es, en lo que se llama propiamente la Sagra.

-Esa Angélica -respondió don Quijote-, señor cura, fue una doncella destraída, andariega y algo antojadiza, y tan lleno dejó el mundo de sus impertinencias como de la fama de su hermosura: despreció mil señores, mil valientes y mil discretos, y contentóse con un pajecillo barbilucio, sin otra hacienda ni nombre que el que le pudo dar de agradecido la amistad que guardó a su amigo.

Así, Ariosto, por ejemplo, no sería por su afición á lo moral y á lo decente, sino por estas reglas de estética, más ó menos reflexiva ó irreflexivamente percibidas, por lo que no cuenta con circunstancias íntimas lo que pasa entre Angélica y Medoro; pero cuando quiere dar en lo grotesco y provocar á risa, lo cuenta todo sin aprensión.

Después quedó algún tiempo sin movimiento y sin respiración, pero los cuidados que recibió del señor de Seligny y de las gentes de la casa reanimaron un momento su vida y pareció querer hacer una revelación importante, sucediéndose sonidos inarticulados en sus labios: «Adela», dijo. «, ya lo », contestó el señor de Seligny tratando de evitarle la dificultad de las explicaciones difíciles. «Adela continuó Montbreuse , la hija de Angélica...» «Ya lo .» «Adela, la más pura, la más virtuosa de las criaturas...» «¿Y bien?» «Adela, inocente, digna de usted, digna de él... está secuestrada por orden mía...» Maugis no pudo acabar.

Acaso ha sabido el duque de Lerma que su hijo se valía de ti para educar al niño príncipe, como, siendo aún más pequeño, se valió para ello de la Angélica el conde de Lemos, su sobrino, y habrá dicho: puesto que esa hermosa doña Ana servía para hacer adquirir al joven príncipe malas costumbres, puede servir también para corromper las del rey y extraviarle. Acaso, acaso dijo doña Ana.

, papá, y me alegro mucho de verla. Y la infeliz moribunda miró a Antonia, sonriéndose con angélica resignación. Amaury no supo ver en aquel ímpetu de Magdalena otra cosa que un sentimiento de celos, muy natural en un ser ya aniquilado respecto a otro lleno de vigor y de vida.

Con la Angélica apareció también la poesía épica titulada Dragontea, nombre derivado del célebre Francisco Drake, calificado por el ódio nacional español de dragón é instrumento del demonio, y objeto de sátiras y mofa. Continuación y fin de la vida de Lope de Vega.

¿Ya no te he dicho -respondió don Quijote- que quiero imitar a Amadís, haciendo aquí del desesperado, del sandio y del furioso, por imitar juntamente al valiente don Roldán, cuando halló en una fuente las señales de que Angélica la Bella había cometido vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas y hizo otras cien mil insolencias, dignas de eterno nombre y escritura?

-Si no fue Roldán más gentilhombre que vuestra merced ha dicho -replicó el cura-, no fue maravilla que la señora Angélica la Bella le desdeñase y dejase por la gala, brío y donaire que debía de tener el morillo barbiponiente a quien ella se entregó; y anduvo discreta de adamar antes la blandura de Medoro que la aspereza de Roldán.

Palabra del Dia

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