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Actualizado: 21 de mayo de 2025


CHARTREUSE. En setecientos gramos de alcohol téngase macerando tres o cuatro días un gramo de raíz de angélica, uno de mirto, uno de clavo, uno de nuez moscada, uno de vainilla, dos de canela y unas hebras de azafrán. Después, en seiscientos gramos de agua hirviendo se disuelven ochocientos de azúcar pilón; se mezcla con el alcohol muy bien y se filtra.

De gusto llenos y de angustia faltos, Siguiendo á Apolo el esquadron camina, Unos á pedicox, otros á saltos. Al pie sentado de una antigua encina Vi á ALONSO DE LEDESMA, componiendo Una cancion angelica y divina. Conocíle, y á él me fui corriendo Con los brazos abiertos como amigo, Pero no se movió con el estruendo.

Ella tornó a sacudir la cabeza: No, no es cierto... ¡María Elvira! llamó Angélica de lejos. Todos saben que la voz de los hermanos suele ser de lo más inoportuna. Pero jamás una voz fraternal ha caído en un diluvio de hielo y pez fría tan fuera de propósito como aquella vez. María Elvira tiró el papel y bajó la rodilla.

En la escena inmediata, no ya en Santiago, sino en Toledo, Don Pedro, joven galán, persigue en la calle á Angélica, seductora doncella toledana, é intenta acercarse á ella dirigiéndole frases amorosas; pero es rechazado con desprecio.

Guillermina, en aquellas grandes crisis oratorias, tuteaba a todo el mundo... Después de empujar hacia la puerta a Jacinta y a Rafaela, volviose al desgraciado, que no acertaba a decir palabra, y echándose a reír con angélica bondad, le habló en estos términos: «Perdóname que te haya tratado duramente como mereces... Yo soy así. Y no te vayas a creer que me he enfadado.

Helvidio hace jurar al desdichado amante que, en caso de conseguir algún día la mano de Angélica, edificará en el paraje en donde se levanta la ermita una hermosa iglesia con un hospital para los pobres caminantes.

Ramiro experimentó como nunca la religiosidad de esa hora en que los campanarios se revisten de oro y de grana para entonar la angélica salutación; y pensó que se hallaba acaso entre dos seres de una fe diferente a la suya, entre dos falsos conversos. ¿Rezarían con él las avemarías? El y ellos callaban.

Despierta entonces el viajero, y emprende su peregrinación; á poco encuentra á Mysón, criada de Angélica, y le pregunta por su amada, informándose también de cuanto ha ocurrido en su ausencia en casa de Doña Beatriz, madre de Angélica. «Tranquilizaos le dice Mysón, Angélica es fiel á vuestro amor; pero sabed una nueva extraña: Doña Beatriz se ha casado con el Doctor Cornágoras

De modo que deteniéndose, me dijo con una sonrisa forzada la ineludible forzada sonrisa que campeó sobre toda aquella historia: Si quiere, entonces, baile este vals con su amor... ... al parecer. No agrego una palabra más repuse, pasando la mano por su cintura. Un mes más transcurrido. ¡Pensar que la madre, Angélica y Luis María están para ahora llenos de poético misterio!

Tecla, Hero, Irsa, Angélica... no, demasiado empalagoso: con cualquiera de esos nombres, ella no pescaría para marido sino un empleadito sin fortuna... o bien, Rosaura, Carmen, Beatriz, Wanda... tampoco, demasiado ardiente: ella huiría con el primer regidor que se presentara, porque si sigue siempre la suerte del nombre que se lleva... En fin, encontré Yolanda.

Palabra del Dia

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