Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de junio de 2025
La penitente se quedó muy gozosa, y el día que hizo la comunión se observó con una tranquilidad que nunca había tenido. La despedida de las monjas fue muy sentida. Fortunata se echó a llorar. Sus compañeras Belén y Felisa le dieron besos, regaláronle estampitas y medallas, asegurándole que rezarían por ella. Doña Manolita mostrose envidiosa y desconsolada.
La operación, pasados los cuarenta días de penitencia, terminaba por escribir en un papelito, como los de cigarro, ciertas palabras mágicas que él sabía, él solo; luego se soltaba el papelito en el aire, y mientras el viento lo llevaba de aquí para allá, ella y él rezarían devotamente oraciones mochas, sin quitar los ojos del papel volante.
Sobre su pecho destelló, al reflejo solar, el latón de un crucifijo que el Padre Arrigoitia le había puesto entre las manos. Bien rezarían el jesuita y la amiga cosa de una hora; pero al cabo de ese tiempo se levantó el Padre, manifestando que para volver a velarla, necesitaba ir a su casa y despachar algunos urgentes asuntos que le reclamaban.
Ramiro experimentó como nunca la religiosidad de esa hora en que los campanarios se revisten de oro y de grana para entonar la angélica salutación; y pensó que se hallaba acaso entre dos seres de una fe diferente a la suya, entre dos falsos conversos. ¿Rezarían con él las avemarías? El y ellos callaban.
Palabra del Dia
Otros Mirando