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Actualizado: 19 de octubre de 2025
Se fue el de las odas en un bergantín que había venido cargado de vinos de Cádiz; y sentadito en la popa del barco, fijaba en la costa de su patria los ojos anegados de tan triste manera, que a pesar del águila nueva que llevaba en el alma, le parecía que iba todo muerto y sin capacidad de resurrección y que era él como un árbol prendido a aquella costa por las raíces, al que el buque llevaba atado por las ramas pujando mar afuera, de modo que sin raíces se quedaba el árbol, si lograba arrancarlo de la costa la fuerza del buque, y moría: o como el tronco no podía resistir aquella tirantez, se quebraría al fin, y moría también; pero lo que don Manuelillo veía claro, era que moría de todos modos.
Ella ocupa el centro de una inmensa llanura que se encuentra tres leguas al este del Mamoré, y como á dos del rio Ivari: sus alrededores, muy secos en invierno y anegados en el estío, carecen de arbolado: hay hácia el este un grande lago, distante un cuarto de legua del pueblo.
El camino mejora notablemente desde aquel puente, pudiéndose hacer uso del carruaje. El bosque y el matorral cesan y solo se extienden á uno y otro lado, tierras cultivadas, sembradas de palay ó plantadas de coco. El agua es abundantísima, manteniendo los cuadros del arroz constantemente anegados.
El malogrado príncipe D. Juan, hermano de Doña Juana, y su augusta madre la acompañaron hasta la entrada del navío, donde anegados en un mar de lágrimas, se dieron mútuamente el mas tierno y afectuoso á Dios. A Dios, que resonó por todos los ángulos de la embarcacion, en señal de reconocimiento á las reales personas que quedaban en tierra.
Habíase arrancado los horribles anteojos y arrojándolos a sus pies en un gesto de cólera, y sus hermosos ojos, claros y transparentes como el agua del mar, aparecían anegados en lágrimas y fijos en el joven con una desesperada angustia. ¡El callarse hubiera sido demasiado cruel!
Recalde, que forcejeaba para abrir la escotilla de popa, llegó a conseguirlo y desapareció por ella. ¿Se puede andar por ahí? le preguntamos. Sí, hay agua; pero se puede andar. Bajamos los tres y registramos el camarote principal, la despensa y la bodega, anegados. No encontramos nada; solamente Zelayeta halló un devocionario en francés, impreso en Quimper, que se lo guardó.
Una multitud de ángeles alados, adornados con velos y anegados en lágrimas, se halla reunida en un teatro para contemplar un drama de esperanzas y de temores mientras la orquesta suspira por intervalos la música de las esferas.
Eran los heridos que quedaban en la primera batería, los cuales, sintiéndose anegados por el agua, que ya invadía aquel sitio, clamaban pidiendo socorro no sé si a Dios o a los hombres. A éstos se lo pedían en vano, porque no pensaban sino en la propia salvación. Se arrojaron precipitadamente a las lanchas, y esta confusión en la lobreguez de la noche, entorpecía el trasbordo.
Cuando la aldeana fijaba en él sus ojos azules, anegados en caliente humedad, el capellán experimentaba malestar violento, comparable sólo al que le causaban los de Primitivo, que a menudo sorprendía clavados a hurtadillas en su rostro. Ignorando en qué fundar sus recelos, creía Julián que meditaban alguna asechanza.
Allá arriba, delante de sí, vieron una gran mancha de oro. Y de repente, despojándose de su cendal gaseoso, como el que deja caer una túnica de los hombros, quedaron anegados en luz, surgiendo como dos manchas negras en medio del éter azul, debajo de un sol radiante. La condesa lanzó un grito de entusiasmo.
Palabra del Dia
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