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Actualizado: 3 de junio de 2025
Entonces yo le amaría también, porque haría feliz á mi Dorotea, y amaría á Quevedo que los había puesto en el caso de amarse, y procuraría que, como don Juan te ha robado el corazón de Dorotea, te robase el corazón del rey. ¡Pero ya se ve! don Juan había visto antes que á Dorotea á doña Clara: habían andado de aventura por esas calles de Dios... y doña Clara es tan hermosa... no es más hermosa que Dorotea, no; pero no es cómica, ni tu querida, ni lo ha sido de nadie: doña Clara... yo he visto á todos, altos y bajos, mirarla con codicia... y el mismo rey...
¡Bueno he andado yo todo el día! No culpéis, pues, ni á vuestra esposa, ni á vuestra hija, ni á su novio. Yo tengo la culpa de todo, señor Francisco, y yo os prometo que en saliendo de aquí no me veréis más, porque iré á meterme fraile. ¿Y crees tú que yo dejaré que tu crimen quede impune por mi parte? ¡Ah! ¡queréis dar parte á la justicia! Es mi obligación; me lo manda mi conciencia.
Sí, sí, ya sé que el duque visita á la Dorotea. Pero no sabéis quién ha andado de por medio para concertar esas visitas. Sí, sí, ya sé que el medianero, el que ha llevado los primeros regalos, el que acompaña de noche al duque y le guarda las espaldas, es don Rodrigo Calderón. Vamos, pues de seguro no sabéis que el duque de Lerma es quien paga, y don Rodrigo Calderón quien goza.
Ha andado por Chile, Bolivia y el Perú, y conoce palmo a palmo el terreno donde a estas horas han de estar peleando los ejércitos. Me picó la curiosidad; me incorporé en la cama y dije en voz alta: «Don Salvador, si no tiene mucho sueño, ¿quiere acercarse un poco?
Pocos pasos habrían andado, cuando se esparció la noticia por todo Castel-o-Branco de cómo había llegado un vasallo de Su Majestad Imperial.
A las cuatro de la mañana de este, despues de haber andado 10 leguas en la noche anterior, me dió aviso dicho Guajardo, que marchase prontamente, por estar ya inmediato una toldería, que era preciso avanzar antes de amanecer.
Preciosa, algo aficionada de la gallarda disposición de Andrés, ya deseaba informarse si era el que había dicho; entró en Madrid, y como ella llevaba puesta la mira en buscar la casa del padre de Andrés, sin querer detenerse a bailar en ninguna parte, en poco espacio se puso en la calle do estaba, que ella muy bien sabía; y habiendo andado hasta la mitad, alzó los ojos a unos balcones de hierro dorados, que le habían dado por señas, y vió en ellos a un caballero de hasta edad de cincuenta años, con un hábito de cruz colorada en los pechos, de venerable gravedad y presencia; el cual apenas también hubo visto la Gitanilla cuando dijo: Subid, niñas; que aquí os darán limosna.
Y se dejó arrastrar por la caricia de fiera, con el pensamiento perdido y el cuerpo inerte y resignado, lo mismo que el náufrago que desciende y descienda las infinitas capas del abismo, sin llegar nunca al fondo. Creyó después de este beso que sus otros deseos iban á realizarse inmediatamente. Lo más difícil del camino ya estaba andado.
¿Y quién sabe lo que hay en el fondo del alma de ese hombre? Pues creo que le debemos mucho; el rey me ha hablado de ciertas comunicaciones secretas... En efecto; el tío Manolillo conocía el secreto de esas comunicaciones. Se le debe, pues, el que se hayan visto sus majestades y el que la reina haya influído sobre el rey. En esto han andado otras dos personas.
Aguijoneado por la impaciencia se desembozaba frecuentemente para mirar el reloj; y pareciéndole que las manecillas estaban inmóviles, se lo aplicaba al oído. De pronto se detenía, y volviendo pies atrás, desandaba parte de lo andado; parábase de nuevo, ávido de oír el acercarse de algún coche..., y nada.
Palabra del Dia
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