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Actualizado: 3 de junio de 2025
Guió don Quijote, y, habiendo andado como docientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo: -Con la iglesia hemos dado, Sancho.
"Para llegar al Rio Colorado, que dicen ser grande y con mucha abundancia de sauces altos y gruesos, no faltan, segun lo que pude averiguar, sino cosa de 30 leguas: este trecho será de las mismas calidades que el de 70 andado.
Salieron todos del pórtico, y cuando hubieron andado un corto trecho, Moreno preguntó a Llot si sabía de algún sitio donde se pudiera almorzar medianamente. Oyó la pregunta el párroco del pueblo, que venía entre ellos, y atajó la respuesta diciendo en voz alta, imperativa: Ustedes, señores míos, no van a almorzar a ningún lado, sino a mi casa. Los amigos de nuestros amigos son nuestros amigos.
Vuelta a desandar lo andado. Hallaron en el corredor una puertecita estrecha, y por ella entró el criado seguido del clérigo, subiendo por una escalera de caracol más oscura y más sucia aún que el resto de la casa. Cuando iban hacia el medio, el P. Gil oyó en lo alto una tosecilla seca que volvió a apretarle el corazón de temor.
2 Ahora, pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y cano; mas mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día.
Prosiguieron la marcha, y á la noche llegaron á la villa de Lujan, y reputaron haber andado este dia 50 y media millas por el S, 86° 50' O corregido. Este dia llegaron á la Guardia de Lujan, y tuvieron que demorarse para reemplazar el eje del coche que se quebró. El arroyo, del cual toma la Guardia el nombre, desagua en el rio Paraná, en el Rincon del Chanchillo, ó estancia de Campana.
-No haya más, señor mío -replicó Sancho-, que yo confieso que he andado algo risueño en demasía.
Saliendo, en este tiempo, por cal de Tintores a la plaza de San Francisco, y habiendo andado muy pocos pasos, volvió la cabeza y vió que le venían siguiendo Cienllamas, Chispa y Redina; y, dejando las muletas, comenzó a correr, y ellos tras él, a grandes voces diciendo: ¡Tengan ese cojo ladrón!
La parte de la tierra, tal vez, te corresponda a ti. Muñoz no pudo sacarle más una palabra. Y se retiró intrigado por aquella última frase. En la calle tiró los fragmentos del retrato de Adriana. Pero al punto, desandando el trecho andado, volvió a recogerlos. Durante largo rato todavía quedó Julio abatido por la gravedad de la imprevista catástrofe.
Habían intentado establecerlo las religiones. Pero la religión había fracasado, estaba moribunda, y sólo la ciencia podía imponerlo al porvenir. Debían desandar lo andado, ya que la humanidad marchaba por un camino de perdición: era forzoso volver al punto de partida.
Palabra del Dia
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