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Actualizado: 27 de junio de 2025


El primer caballero que corrió lanza le hizo perder los estribos, y el segundo le tiró por las ancas del caballo á tierra, las piernas arriba, y los brazos abiertos. Volvió á montar Itobad, pero haciendo tan triste figura, que todo el anfiteatro soltó la risa.

Y no es eso lo peor, sino que si se le mete a su merced semejante chochera en la cabeza, lo ha de llevar a cabo. ¡Que no me diera un aire, que me dejase baldado de pies y piernas, siquiera por un mesAsí pensando, desahogó Momo su coraje, descargando un cruel varazo sobre las ancas de la pobre Golondrina. ¡Bárbaro! exclamó la abuela , ¿a qué la pagas con ese pobre animal?

Ya, ya..., trabajo te mando... Sobre que no los hay... Y toma... Si los hubiera, costarían un ojo de la cara. ¡Pues a fe que te gustaban a ti poco los zorzales! ¿Y las anguilas? ¿Y las ancas de rana? Nada de esto está por aquí a nuestros alcances sino cuando repican recio.

Allí tuve nuevas de cómo mi rocín, viéndose en aprieto, se esforzó a tirar dos coces, y de puro flaco se desgajaron las ancas y se quedó en el lodo bien cerca de acabar.

Mis doce ministros avanzaban con sus grandes carteras llenas de billetes; mi escolta me abría paso entre el gentío implorante de la escalinata; mis caballos se impacientaban, relinchando y coceando al darse cuenta de que algunos inteligentes se habían aprovechado de la aglomeración para manosear sus corvejones y sus ancas. Otra palabra, señor Spadoni: la última.

Al fin se detuvo ante un rocín blanco, no muy gordo ni lustroso, con algunas rozaduras en las piernas y cierto aire de cansancio; una bestia de trabajo que, no obstante su aspecto de abrumamiento, parecía fuerte y animosa. Apenas pasó una mano por las ancas del rocín, apareció junto á éste un gitano, obsequioso, campechanote, tratándole como si le conociese toda su vida.

las cuales no digo yo ahora, porque de la prolijidad se suele engendrar el fastidio; basta ver cómo don Gaiferos se descubre, y que por los ademanes alegres que Melisendra hace se nos da a entender que ella le ha conocido, y más ahora que veemos se descuelga del balcón, para ponerse en las ancas del caballo de su buen esposo.

734 Andaba rodiao de perros que eran todo su placer, jamas dejó de tener menos de media docena, mataba vacas ajenas para darles de comer. 735 Carniábamos noche a noche alguna res en el pago, y dejando alli el rezago alzaba en ancas el cuero, que se lo vendía a un pulpero por yerba, tabaco y trago. 736 ¡Ah!, Viejo más comerciante en mi vida lo he encontrado.

Este tal caballo, según es tradición antigua, fue compuesto por aquel sabio Merlín; prestósele a Pierres, que era su amigo, con el cual hizo grandes viajes, y robó, como se ha dicho, a la linda Magalona, llevándola a las ancas por el aire, dejando embobados a cuantos desde la tierra los miraban; y no le prestaba sino a quien él quería, o mejor se lo pagaba; y desde el gran Pierres hasta ahora no sabemos que haya subido alguno en él.

«Compañía de garnacha son cinco ó seis hombres, una mujer que hace la dama primera y un muchacho la segunda: llevan un arca con dos sayos, una ropa, tres pellicos, barbas y cabelleras y algún vestido de la mujer de tiritaña; éstos llevan cuatro comedias, tres autos y otros tantos entremeses, el arca en un pollino, la mujer á las ancas gruñendo, y todos los compañeros detrás arreando.

Palabra del Dia

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