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Actualizado: 29 de junio de 2025


Reunámonos los que amamos el pasado; hagamos conocer lo que resulte de los reconocimientos en el terreno y de su estudio, á medida que pueda condensarse en cualquier forma gráfica, para que cada uno los aproveche en sus investigaciones, y así, en corto tiempo podremos, todos, reunir un monumento que sirva de pedestal á nuestra grande historia futura.

Todo suizo es soldado, y cuando la patria lo necesita, se levanta en veinte y cuatro horas un poderoso ejército, que no está asalariado, y que solo combate por la patria. Este es el cuadro exacto de la confederacion suiza, consolador para los que amamos la libertad, consolador para el filósofo, para el estadista, para el político.

Es cosa que desespera y aturde ver cómo nos es imposible tranquilizar á ciertas gentes. Por todas partes aparecen partidas de facciosos movidas por una parte del clero. Hay todavía muchos espíritus apocados que no quieren creer que el interés de V.M. y de la nación consiste en el sistema que todos amamos y defendemos.

Amamos, queremos ser amados, caemos a los pies de una mujer, y le ofrecemos el corazón, la vida, el alma, y luego, cuando somos correspondidos, cuando la dicha y la felicidad nos sonríen, olvidamos nuestras promesas más sinceras, nuestros juramentos más sagrados.

Gran amigo de M. de Lamartine, mi cuñado, dio por amistad lecciones de matemáticas a mi Alfonso. Era uno de estos monumentos antiguos que no quisiéramos jamás ver derrumbados. Amamos el tiempo cuando somos jóvenes, pero al llegar a viejos, el amor se convierte en veneración.

He... habría querido que siempre estuvieras aquí como en tu casa, que no tuvieras necesidad de ir a vivir entre gente extraña... entonces bajo las miradas de Marta, de aquella a quien ambos amamos... ¿Para qué pronunciaría su nombre? Sentía nacer en una fiera alegría, me parecía que me brotaban alas; y he ahí que su nombre me hería como un latigazo.

Y ahora veamos el supuesto conflicto mío por otra cara. Cierto que, decidido yo a casarme por cálculo y a sangre fría, al echarme a la calle en busca de mujer, no hubiera trepado a las alturas del «gran mundo», ni elegido entre las que tienen madres de las que pueda decirse lo que se dice de la madre de Luz; pero aquí han pasado las cosas muy de otro modo: yo no he salido de mi casa para olfatear una novia por esas calles de Dios. Luz y yo nos encontramos por obra de una casualidad, o porque estaba decretado así...; creo que fue porque estaba decretado. El hecho es que nos encontramos, que nos comprendimos y que nos amamos, y que Luz, que me había deslumbrado por hermosa, acabó de enloquecerme por buena, por inocente..., por santa. Resulta ahora que esta Luz sin tacha es hija de una madre llena de pecados, y que aunque la hija los ignora y es incapaz de cometer otros semejantes, yo debo renunciar a ella por los que su madre ha cometido.

1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y cualquiera que ama al que engendró, ama también al que es nacido de él. 2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3 Porque esta es la caridad de Dios, que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos.

¡Oh! ¡También a él, el ángel del Señor sin duda, le había anunciado que sería padre; también sus entrañas estaban llenas del amor de aquel hijo, de aquel Antonio, en que él estaba ya pensando como se piensa en el amor ausente, mandando miradas y deseos de volar del lado del horizonte tras que se esconde lo que amamos! Una ternura infinita le invadió el alma.

»No estaba ya desterrada, era rica y dichosa, y más dichosa aun por deber toda mi felicidad al amigo de mi infancia! ¡Ah! ¡cuán grande es la gratitud, y cuán dulce hace las personas que amamos, y con qué satisfacción recibimos el beneficio que nos obliga a amar más todavía!

Palabra del Dia

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