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Actualizado: 22 de junio de 2025


El marqués es una excelente persona. Usted debe conocerlo bien. Fontenoy hace justicia á sus méritos y le ha dado un empleo importante para... Presintió Robledo que iba á oir algo que le sería imposible aceptar en silencio, y como en aquel instante pasaba vacío un automóvil de alquiler, se apresuró á llamar á su conductor.

Otro iba a desahuciar a una probe viejesita porque yevaba un año sin pagá el alquiler de una casucha en la que vive desde tiempo de sus pares.

Al descubrirse el viajero, quedó por completo a la vista su fisonomía, presentando un extraño prodigio... Hubiérase dicho que lord Byron en persona, abandonando su tumba de Nottingham, atravesaba la plaza de la Magdalena en un coche de alquiler, saludando el pabellón del Baby cual si fuera la bandera de Inglaterra.

Retirose a su zahúrda el pobre Juan, pesaroso, porque tenía buen corazón, de haber comprometido por un instante la paz intestina y dado pie para una intervención del poder ejecutivo. Había ganado cinco reales y un perro grande. Con este dinero comió al día siguiente, y pagó el alquiler del miserable colchón de paja en que durmió.

Si Lóndres tiene en su laberinto de calles un enjambre de millares de ómnibus para el servicio de la multitud, y de pequeños coches de alquiler, en el Támesis tiene tambien un servicio permanente de buques, que llamaré vapores-ómnibus, y una nube de góndolas ó faluchos para la travesía, que equivalen á millares de puentes flotantes.

A un empleado, pongamos por caso, que tiene tres o cuatro mil pesetas de sueldo anual, y es padre dichoso de dos o tres niñas, que gastan sombrerete y otros primores parisinos, ¿qué le queda para pagar la comida y el alquiler de la casa si han de ir las niñas medianamente emperegiladas?

La verdad, yo, que gobiernen unos o que gobiernen otros, no lo noto nunca... Y aquí me tiene el lector, ignorando si estoy gobernado por Maura, por Sánchez de Toca o por Romanones. En casa no lo notamos. Las patatas cuestan lo mismo. El alquiler no baja. Los guisos salen igual...

Los había visto una tarde de lejos, á él y Alicia, en un coche de alquiler que se alejaba por el otro lado de la calle, hacia las alturas de La Turbie. Ella se preocupaba del herido, llevándolo maternalmente á que respirase el aire de las cumbres. ¡Y el príncipe como si no existiese!... En vano la escribía cartas, y su tormento aún resultaba mayor al no poder hablar con franqueza á sus allegados.

Todo estaba previsto... Debía entregar el mando al verdadero dueño de la goleta: un miedoso que se había hecho pagar muy caro el alquiler del buque, pero sin atreverse á poner en riesgo su persona. En la cámara estaban los papeles en regla para justificar esta navegación. Salude en mi nombre á las señoras... Dígales que pronto oirán hablar de nosotros. Vamos á hacernos dueños del Mediterráneo.

Pues, estando en esto, entró por la puerta un hombre y una vieja. El hombre le pide el alquiler de la casa, y la vieja, el de la cama. Hacen cuenta y de dos meses le alcanzaron lo que él en un año no alcanzara. Pienso que fueron doce o trece reales. Y él les dió muy buena respuesta: que saldría a la plaza a trocar una pieza de a dos y que a la tarde volviesen; mas su salida fue sin vuelta.

Palabra del Dia

vorsado

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