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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Ahí le tienes ya, aburrido, enfermo; no sabe qué hacerse; quiere calor de familia y no le encuentra en ninguna parte. Bien merecido le está; me alegro. Que lo pague. Y para mayor desgracia, se engolosina ahora con Jacinta. Lo que a él le enciende el amor es la resistencia; y las que tienen fama de honradas, le entusiasman, y las que sobre tener fama, lo son, le vuelven loco.

En su poder estaba la llave del escritorio donde se guardaban los más íntimos y secretos papeles. Lamenta el Sr. Danvila que D. Cristóbal quemase muchos por orden del monarca. Yo, harto menos curioso, en vez de lamentarlo, me alegro de ello. ¿Para qué queremos saber más de lo que ya se sabe?

Don Benjamín es orador muy elocuente, pero no tiene una cabeza política ni previsora: tiene demasiados libros para ser buen gobernante y jamás ha escrito en un diario. ¡Pero no se me hizo caso, señor, y ya verán ustedes los resultados! ¡Cuánto me alegro, doctor Trevexo, de que Ramón oiga lo que usted dice! ¡Cuánta razón tiene usted!

No lo dudo; ni tampoco de que les darás buen ejemplo; pero llegamos á la puerta de Segovia: adentro, y torzamos hacia el alcázar. Arremetieron los dos jinetes por la puerta, y poco después Quevedo, echando pie á tierra en la puerta de las Meninas, dijo á Juara dándole las bridas: Desde ahora estás á mi servicio. Muy bien, don Francisco, y me alegro.

El nombre de Voltaire, pronunciado con todas sus letras, le hacía estremecer, al mismo tiempo que se alteraban sus ojos inflamados con el lagrimeo de la rabia. -No; señor Vicente; no están. -Me alegro. Porque si estuvieran Voltaire y Garibaldi, yo me marcharía. No podría vivir bajo el mismo techo que esos demonios.

Aunque tuvo intentos de eludir su saludo no pudo hacerlo: al cabo vino hacia ellos sonriente y afectuoso como lo estaba siempre aquel joven eminente, y les abrazó con efusión. ¡Ustedes por aquí!... ¡Cuánto me alegro!

¡Buen día, señor cura! ¿Cómo estáis? ¡Cuánto me alegro de veros! Reina ¿dónde está? Reina estaba siempre en el mismo sitio, fija, y sin poder articular una palabra. ¡Ah, allí está! exclamó Pablo, acercándose a mi a grandes pasos. ¡Querida primita, estoy contento! ¡Dios mío! ¡Cuán contento estoy de volver a veros! Tomó mi mano y la besó.

Poco desviados de allí hicieron alto estos tres carros, y cesó el enfadoso ruido de sus ruedas, y luego se oyó otro, no ruido, sino un son de una suave y concertada música formado, con que Sancho se alegró, y lo tuvo a buena señal; y así, dijo a la duquesa, de quien un punto ni un paso se apartaba: -Señora, donde hay música no puede haber cosa mala.

Y otra que le conocia mas: Buenas tardes, señor Memnon; de veras, señor Memnon que me alegro mucho de veros: ¿cómo es que estais tuerto, señor Memnon? y dicho esto, se fué sin aguardar respuesta. Agazapóse Memnon en un rincon, esperando á poderse echar á los pies del monarca.

Me alegro y me felicito dijo ensayando nuevo saludo; esto me prueba que marchamos viento en popa. ¡Y tanto! contestó Jacinto con petulancia.

Palabra del Dia

bagani

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