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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Tengo por cierto que si mi amor hubiera nacido y se hubiera manifestado con la mayor vehemencia y si Juan Maury hubiera participado de él por completo, todavía hubiera yo preferido morir a dejar solo a Joaquín Figueredo, sin los cuidados y la ternura que hoy más que nunca necesita y que yo le dedico. Por esta consideración, casi me alegro de que Juan Maury me haya dejado y se haya ido muy lejos.

Aún estaban la marquesa y la condesa expresando la alegría que esta noticia les causaba, cuando se abrió la puerta y Rafael Arias se precipitó en los brazos de sus parientas, estrechándolas repetidas veces entre los suyos, y la mano al general. ¡Cuánto me alegro de verte, mi bueno, mi querido Rafael! decía la condesa.

Era necesario contestar, y Francisco Montiño, en su contestación, se templó al tono de la carta de su hermano: «He recibido la noticia le decía de que tu mujer ha dado á luz una criatura, y me alegro de ello cuanto puedas alegrarte

El abate se dirigió hacia la puerta, la abrió y retrocedió como ante una aparición inesperada. Era Bettina, que en el acto vio a Juan y se dirigió derecho a él. ¿Sois vos?... ¡Oh, cuánto me alegro!

Así, pues, todo el mundo se alegró cuando Judit se encargó de este cuidado; y su tía, convencida de que con una figura y una educación tan distinguida debía hacer fortuna sin mucho trabajo, no esperaba más que una ocasión para ello, la cual no tardó en presentarse.

¡Ah! ¡señora! ¡ha estado perdida vuestra majestad para la camarera mayor! ¡Oh, ! y me alegro, me alegro, porque se ha llevado un buen susto. Susto del que ha salido, porque al fin ha parecido su majestad... ¡acostada! , , lo que no ha contrariado poco á la buena doña Juana por su torpeza en no mirar el lecho. Pero no hablo yo de ese susto, sino de otro mayor. ¡De otro mayor!

La joven le miró fijamente, agradecida y admirada de tan sincero cariño, y repuso con jovialidad: Por lo pronto, para complacerme, vendrás a misa conmigo, ¿no es verdad? , querida mía. ¿Vendrás mañana también y todos los demás días? , hermosa; no deseo otra cosa. ¡No sabes lo que me alegro, Ricardo! ¿De veras?

Y como viese que con cierto rubor orgulloso le presentaba el niño sus premios, añadió sin tomarlos: ¡Hola, hola, los premios!... ¡Pobre chiquitín!... ¡Muy bonitos!... Bien, bien, me alegro... Ea, toma... toma, y dile a Germán que te lleve esta noche al circo.

Pero no, no la tienen, y yo me alegro..., y, sin embargo.... Ya en Lúzaro nadie quiere ser marino; los muchachos de familias acomodadas se hacen ingenieros o médicos. Los vascos se retiran del mar.

Cuente V., pues, conmigo para elegir diputado a D. Jaime Pimentel, y créame su afectísimo amigo». Tal era la carta de D. Juan Fresco que tanto alegró el corazón de D. Acisclo. Lo esencial era que D. Juan apoyase su empresa, fuese por lo que fuese.

Palabra del Dia

bagani

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