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Actualizado: 1 de julio de 2025


Y digo yo, amigo Simón ¿no es también regla el dar á cada soldado medio cuartillo de vino mientras espera á los piratas con el gaznate seco? preguntó Tristán de Horla. Eso vendrá después, borrachín, pero ahora hay que ganarlo. Cada uno á su puesto, que ó mucho me engaño ó apuntan por allí dos mástiles, tras las Agujas de Coves.

¡Santa Madre de Dios! murmuró el cura con una voz sin fuerzas, esta niña está poseída. ¿Qué hay? gritó mi tía, traspasándose el rodete con una de sus agujas de tejer.

El sol acababa de ocultarse detrás de los picos gigantescos de las sierras cercanas, haciendo que las pirámides, agujas y rotos obeliscos de la cumbre se destacasen sobre un fondo de púrpura y topacio, que tal parecía el cielo, dorado por el sol poniente.

Para fijar esta operación, echó mano de las agujas enhebradas que llevaba en una manga y cosió minuciosamente los extremos de los vendajes. Gallardo golpeó el suelo con los pies apretados, que parecían más firmes dentro de su blanda envoltura. Sentíalos en este encierro fuertes y ágiles.

La mano de un cocinero iba de un extremo a otro de la mesa, armada de un tenedor, colocando en los platos estos entremeses del almuerzo a gusto de los pasajeros. Muchos curiosos se detenían frente a un gran reloj regulado desde el puente por una corriente eléctrica, y modificaban sus cronómetros con arreglo al salto atrás que acababan de dar las agujas.

De uno de estos escondites salió, al pasar el Provisor, como una perdiz levantada por los perros, el señor don Custodio el beneficiado, pálido el rostro, menos las mejillas encendidas con un tinte cárdeno. Sudaba como una pared húmeda. El Magistral miró al beneficiado sin sonreír, pinchándole con aquellas agujas que tenía entre la blanda crasitud de los ojos.

Enderezamos el rumbo hacia el Cabo de Buena Esperanza, y con unos días borrascosos, luchando con la corriente del Cabo de las Agujas, pasamos al Atlántico, y tras de muchas penalidades llegamos a Angola y fondeamos en la Bahía de los Elefantes, nuestro puerto de refugio. De los veinte o treinta negros tomados en Mozambique habían muerto y servido de pasto a los tiburones más de la mitad.

Allá arriba, en los círculos donde en torbellinos se amontonaron las nubes de agujas blancas fustigadas por la tempestad, la uniforme extensión de las nieves no cambia de aspecto. De año en año y de siglo en siglo, sigue siendo blanca, mate á la sombra de las nubes, deslumbradora á los rayos del sol.

El sol no se enseñoreaba ya sino de uno de los ángulos del salón: al retirarse dejaba claro y nítido el ambiente, en el cual resaltaban con admirable pureza el obelisco del Dos de Mayo y las agujas del museo de Artillería y de San Jerónimo. Los pequeños retrocedían ante la invasión de los grandes a los parajes más apartados, donde establecían nuevamente sus juegos.

Á este modo de marcar llamaban los marineros bendiciones del piloto. Duda de más interés han suscitado los términos concisos de las anotaciones hechas por Colón. Á 17 de Septiembre se lee en el Diario: «Tomaron los pilotos el Norte, marcándolo, y hallaron que las agujas noruesteaban una gran cuarta, y temían los marineros y estaban penados y no decían de qué.

Palabra del Dia

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