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Actualizado: 18 de junio de 2025
Yo misma hubiera puesto gustosa el puñal en su mano; pero, le conozco, ¡infeliz! hubiera llorado como un niño; yo le hubiera muerto de pena, en vez de recibir el merecido castigo; él, con mansedumbre evangélica, me hubiera perdonado, y mi duro pecho y mi diabólico orgullo, lejos de agradecer el perdón, hubieran despreciado más aún al hombre que me le otorgaba.
Ahí está el peligro que corre la vida de mis pilotos, vida modesta, pero tan gloriosa cuando se encuentre un Homero que cante su Odisea. Compréndese fácilmente que el viejo soberano de los naufragios, el antiguo atesorador de tantos bienes sumergidos, no sabe agradecer ni poco ni mucho á los indiscretos que se presentan á disputarle su presa.
Cuando concluyeron, dijo a esta que había dado orden en el escritorio de que le entregaran el sobrante de su cuenta personal, con cuya noticia su puso la fundadora como unas castañuelas, y no pudiendo contener su alegría, se fue derecha a él, y le dijo: «¡Cuánto tengo que agradecer a mi querido ateo de mi alma!
Doña Paca y yo la recomendaremos... Porque mi señora madre política ha puesto en mí toda su confianza, y me ha dado su dinero para que se lo guarde... y le gobierne la casa, y le suministre cuanto pueda necesitar. Mucho tiene que agradecer a Dios por haber caído en estas manos... Buenas manos son, señora Juliana. Vaya por casa, y le diré lo que tiene que hacer.
Los señores contribuyentes le suplicaron que no se metiese en tales barahúndas, que se iba a calentar demasiado la cabeza, y nadie se lo había de agradecer; y, al fin, para acabar de convencerle, echaron entre todos una manga y le dieron ocho mil realetes, como ayuda de costas y consuelo en los trabajos de su peregrinación, con lo cual se fue bendito de Dios con la música o dígase con la estadística a otra parte.
Sí, ya lo sé; tan caballero. Nunca esperé menos de ti. Hay momentos en que caballero y tonto son sinónimos dijo él. No lo creas repuso ella tendiéndole ambas manos en señal de despedida, y añadió Quien sabe amar sabe agradecer. «Ya me las pagarás todas juntas», pensó don Juan.
Hace mucho tiempo que me preguntaba qué es lo que podría hacer para agradecer a una joven tan amable y encantadora como vos, su bondad y fidelidad para con una amiga anciana... Es una cosa tan rara... Estoy tan agradecida, ¡tan agradecida! Al fin he hallado algo que pueda agradaros, y soy feliz, podéis creerlo.
Hoy sólo me incumbe alabar a Dios por el desengaño, y agradecer a don Jaime que, apartando esas hierbas, haya inquietado a las víboras en su nido y haya hecho que yo las vea y las sienta y procure arrojarlas de mi pecho, aunque para ello sea menester hacerle pedazos.
Les parece que porque me dan veintiséis duros al mes, ya han cumplido... Dicen que es mucho y yo digo que me lo tienen que agradecer, porque los tiempos están malos, pero muy malos». En toda la parte del siglo XIX que duró la larguísima existencia usuraria de D. Francisco Torquemada, no se le oyó decir una sola vez siquiera que los tiempos fueran buenos. Siempre eran malos, pero muy malos.
Si Dios lo quiere así, paciencia; yo procuraré consolarme en mis desgracias, y no teniendo que agradecer nada a este mundo, tendré a él menos afición. Nada endurece, nada ilusiona tanto como la prosperidad; y lo que a la Naturaleza parece duro, es, acaso, una de las mayores gracias de Dios, que deseando atraernos al verdadero bien, nos priva de todo aquello que sólo es polvo.
Palabra del Dia
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