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Actualizado: 27 de junio de 2025
Cuatro grupos de faroles con ángeles de oro brillaban en los ángulos, y en su centro encogíase Jesús, un Jesús trágico, doloroso, sanguinolento, coronado de espinas, agobiado bajo el peso de la cruz, la faz cadavérica y los ojos lacrimosos, vestido con amplia túnica de terciopelo cubierta de flores de oro, hasta el punto de que la rica tela apenas se distinguía como débil arabesco entre las complicadas revueltas del bordado.
Los hombres evocaban las tragedias feroces de la profundidad, cuando el escualo hambriento, no encontrando en la superficie más que bandas de peces voladores, descendía y descendía miles de metros, en busca de los calamares enormes que agitan en la sombra la vegetación de sus tentáculos. El tiburón, agobiado por la asfixia de la profundidad, había de efectuar su cacería con rapidez.
Jacintito de amarillo se puso rojo, y de rojo, amarillo otra vez, porque el vozarrón del italiano se oía como un trompetazo, y la gente se volvía, con curiosidad. Cálmese usted, no tiene usted derecho de tratarme así; cuando yo le digo que para junio... Si usted no puede responder, responderá su padre. ¿Mi padre? imposible; está agobiado de compromisos.
Efectivamente, en toda la semana no se abrió la puerta del palco, que permaneció vacío y sin que nadie se presentase en él. El estreno de Roberto el Diablo estaba muy próximo, y en esos últimos días el pobre autor se ve agobiado con peticiones de localidades y billetes. ¿Se imaginan ustedes que éste tiene tiempo de pensar en su obra, en los cortes y cambios que serían necesarios?
Dicho esto, el señor Macey hizo una pausa, esperando quizás algún signo de emoción por parte de su interlocutor. Viendo que Marner no decía nada, prosiguió: Y en cuanto al dinero para el traje completo, debéis ganar con vuestro telar una libra esterlina por semana, maese Marner, y todavía sois joven, me parece, aunque parezcáis muy agobiado.
Y como en España y en Italia fue más cargosa la tiranía eclesiástica, fueron también en ellas más agobiado el individuo y más empobrecida la comunidad por la Iglesia que había hecho de las sagradas escrituras no un faro sino un presidio de la inteligencia humana, un presidio sin aire y sin luz, al que los protestantes le pusieron con el libre examen, puertas y ventanas.
El pobre labrador, agobiado por una existencia de fiebre y demencia laboriosa, quedábase en los huesos, encorvado como un octogenario, con los ojos hundidos. Aquel gorro característico que justificaba su mote ya no se detenía en sus orejas; aprovechando la creciente delgadez, bajaba hasta los hombros como un fúnebre apagaluz de su existencia.
Cuando, terminada la guerra, volvía el verdadero dueño, Dupont se negaba a reconocerle, alegándose a sí mismo, para tranquilidad de la conciencia, que bien había ganado la propiedad de la casa haciendo frente al peligro. Y el confiado francés, enfermo y agobiado por la traición, desaparecía para siempre.
24 ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Olvidaste nuestra aflicción, y la opresión nuestra? 25 Porque nuestra alma se ha agobiado hasta el polvo; nuestro vientre está pegado con la tierra. 26 Levántate para ayudarnos, y redímenos por tu misericordia. 2 Te has hermoseado más que los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto Dios te ha bendecido para siempre.
Pero era en las horas de sol, en aquel mar de cristal azul, viendo allá bajo, a través de fantástica transparencia, las rocas amarillas con sus hierbajos puntiagudos como ramos de coral verde, las conchas de color rosa, las estrellas de nácar, las flores luminosas de pétalos carnosos estremeciéndose al ser rozados por el vientre de plata de los peces; y ahora estaba en un mar de tinta, perdido en la oscuridad, agobiado por sus ropas, teniendo bajo sus pies ¡quién sabe cuántos barcos destrozados, cuántos cadáveres descarnados por los peces feroces!
Palabra del Dia
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