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Actualizado: 9 de julio de 2025
Luego rió viendo cómo corría, con una agilidad de insecto saltador, de tejado en tejado, agitando sus velos como las alas de una mariposa blanca, bordeando el abismo de los profundos patios, para llegar hasta la mujercita de birrete doctoral que le aguardaba llevándose ambas manos al pecho, henchido de emoción.
Sin duda, hace falta mucho valor, sangre fría, agilidad y sobre todo mucha suerte para llevar a cabo una empresa tan peligrosa; pero con la ayuda de Dios y de su patrón, Santiago, usted saldrá de ella con honor, o bien morirá con la muerte de los valientes, lo que no es dable a todo el mundo. Vamos, hijo mío, cumpla bien, que Dios y su jefe tienen la vista fija en usted dijo el capitán.
D. Luis, por encima de la mesa, que estaba entre él y el conde, con agilidad asombrosa y con tino y fuerza, tendió el brazo derecho, armado de un junco o bastoncillo flexible y cimbreante, y cruzó la cara de su enemigo, levantándole al punto un verdugón amoratado. No hubo ni grito, ni denuesto, ni alboroto posterior. Cuando empiezan las manos, suelen callar las lenguas.
Sus pies se enredaban en cuerpos blandos, que le hacían tropezar, y de los que salían gemidos dolorosos. En este crepúsculo del atolondramiento creyó ver á un cura enorme que se recogía el manteo con una mano y con la otra disparaba su revólver sobre un trabajador que esquivaba los tiros con agilidad simiesca.
Recibida con tanto gusto la invitación, Pablito se adelantó hacia su noble antepasado don Fernando, tendiéndole la mano para que descendiese el primero. El anciano tomó formas corpóreas, y saltó del cuadro al suelo con la agilidad de un hombre acostumbrado a los hípicos ejercicios de combate.
Aresti vió al enfermo en el fondo del camastro, junto á la pared, respirando jadeante. Estaba acostumbrado á visitar los tabucos de los mineros: nada le extrañaba, y con agilidad de muchacho saltó encima del tablado, marchando de rodillas sobre los jergones.
¡Qué agilidad aquella con la que el patrón, apoyándose sobre la mano izquierda, saltaba el mostrador! Qué gracia con la que desplegaba ante los ojos de los clientes, de un golpe, y como un prestidigitador, la pieza de percal, de muselina o de barège envuelta alrededor de la tablilla que quedaba desnuda de su preciosa mercancía, abandonada indiferentemente sobre el mostrador.
En cambio, los rebaños de cabras subían las escaleras tortuosas, con la agilidad de la costumbre, para dejarse vaciar las ubres en todas las mesetas. Los muelles de la Marinela atraían al capitán por su «color» de puerto mediterráneo.
Un ágil bailarín que era el conductor del aurresku lo iniciaba con el paso solemne de la invitación. Echaba la boina en tierra, y después de pedir la venia al alcalde que presidía el acto, se dirigía con una serie de minuciosos trenzados y saltos de extraordinaria agilidad, á invitar en el corro á la mujer que deseaba elegir como reina del baile.
Excuso decir á ustedes que este robo levantó más polvo que el célebre de las sabinas. Las representaciones se hacían muy largas, porque cada escena principia y acaba por un paseo triunfal, y suele mediar con el indispensable combate con espada y daga llamado el moro-moro, baile que en honor á la verdad llama la atención la agilidad con que algunos y algunas manejan la esgrima.
Palabra del Dia
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