United States or United States Minor Outlying Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ramiro sintió impulsos de salir al balcón y lanzar un denuesto contra aquel galancete, rubio como un extranjero, blanco y sonrosado como una hembra. No bien despabilada todavía, la guedeja en desorden, los ojos medrosos de luz, y desperezando, ora un brazo, ora el otro, Beatriz, sentada al borde del lecho, dejábase vestir por sus esclavas y doncellas.

Todos los enigmas de su vida acudían a su memoria: la soledad de su infancia, la dureza del abuelo para con él, la continua y llorosa melancolía de doña Guiomar, las especies tan extrañas que había suscitado su lance con los conversos, el súbito desvío de Beatriz, el denuesto de Gonzalo en la callejuela... ¡el abnegado amor de aquel hombre de otra fe, de otra raza!; y vio que todo resultaba harto comprensible a la luz de la espantosa revelación.

D. Luis, por encima de la mesa, que estaba entre él y el conde, con agilidad asombrosa y con tino y fuerza, tendió el brazo derecho, armado de un junco o bastoncillo flexible y cimbreante, y cruzó la cara de su enemigo, levantándole al punto un verdugón amoratado. No hubo ni grito, ni denuesto, ni alboroto posterior. Cuando empiezan las manos, suelen callar las lenguas.

El iris y la pupila, estriados de biliosas agujas, verdegueaban bajo un fluido transparente, que parecía renovarse sin cesar, como el de una mirada viva, y la boca se encogía bajo el mostacho, como si luchara por contener algún altivo denuesto. Máscara tiesa de cortesano disfrazando a medias la honra colérica, el brío estrangulado.

Todo el respeto que durante una larga vida había ido acumulando sobre la cabeza de su marido huyó repentinamente, barrido por la tempestad que rugía en su alma. ¡Qué recriminaciones! ¡Qué desprecios! ¡Cuánto denuesto! Carlota y Mario hacían esfuerzos inútiles por calmarla.

Viéndose encerrada esta señora llegó al colmo de su desesperacion, y empezó á proferir tanto denuesto y tan insolentes frases, que D. Juan de Fonseca se fue sumamente irritado, á pesar de haberlo mandado llamar á la archiduquesa por medio de su gentil-hombre de cámara, D. Miguel de Ferrera. No quiso volver, sino que tomó el camino de Segovia, donde á la sazon se hallaba la reina Doña Isabel.

De sobra sabía que el duelo es usanza bárbara; que Pepita no necesitaba de la sangre del conde para quedar limpia de todas las manchas de la calumnia, y hasta que el mismo conde, por mal criado y por bruto, y no porque lo creyese, ni quizás por un rencor desmedido, había dicho tanto denuesto.