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Actualizado: 20 de junio de 2025
Se sintió interesado por el público de jugadores, siempre igual en apariencia y siempre distinto. Los había que avanzaban apoyados en bastones: bastones de enfermo, con contera de goma, únicos que eran admitidos en las salas de juego, por temor á las disputas.
Pero fué en vano hablarlos de que se hiciesen cristianos, porque no venían bien en abandonar su nativo suelo y tomar casa en otro paraje, y de otra manera no podían ser doctrinados en las cosas de la fe y admitidos al santo bautismo; por cuya razón, viendo el P. Zea que no era aún llegado el tiempo para su conversión, dió la vuelta en busca de sus compañeros; mas no le salieron en vano sus fatigas, porque corriendo por algunas Rancherías ya desiertas, halló allí poco más de setenta almas que redujo con facilidad á la fe, y dejándolas al cuidado de algunos de sus neófitos que las guiasen y condujesen hasta San Joseph, alegrísimo el siervo de Dios de haber en tres días sacado de las garras del demonio tantos infieles, llegó junto á la última Ranchería de los Cucarates, donde le esperaban sus compañeros, á los cuales el espíritu maligno había puesto en el corazón tal desesperación del éxito feliz de aquella empresa, que por más que los animó no pudo jamás conseguir con ellos que pasasen adelante; y ¿qué podría hacer él solo si faltaba por romper otro bosque semejante al pasado?
Antes de sentarse á comer echan en pie la bendición, y fuera de eso no comen ninguna vianda fuera de la mesa sin que primero la bendigan con la santa cruz. Cuando son admitidos á la participación de los divinos misterios, no es fácil de explicar con cuánta devoción y tiernos coloquios se llegan á comulgar y cuánto después procuran mantener su corazón puro y limpio de toda mancha de pecado.
Varios notables que, a no ser aquella circunstancia, hubiesen sido admitidos a los honores del gabinete particular y hubieran proporcionado la mejor ocasión a los que eran de un rango más elevado de echárselas de señores y tomar aires protectores, se contentaban con variar de placer tomando grogs, allí donde ellos mismos podían darse importancia y mostrarse afables, en la sociedad de simples bebedores de cerveza.
Pero admitidos como indudables cierta clase de hechos, queda anchuroso campo para disputar sobre otros y desecharlos, ó darles crédito; y hasta con respecto á los que no consienten ningun género de duda, pueden espaciarse la erudicion, la crítica y la filosofía de la historia, en el exámen y juicio de las circunstancias con que los historiadores los acompañan.
Precisamente se había prohibido la entrada á los primogénitos. Era fácil tarea contar á los admitidos; y si se hubiese tenido que juzgar por el número, dijérase que lo excluido, lo olvidado, dejaba á la calle á la Naturaleza misma. El genio de las metamorfosis, acababa de ser emancipado por la botánica y por la química.
JULIANO el Apóstata, CELSO el Filósofo, FILOSTRATO, y otros impugnadores antiguos de la Religion de Jesu-Christo, junto con los desvaríos de los Filósofos Gentiles le hacen el gasto: con añadir las sátiras; invectivas, chistes satíricos de los incrédulos modernos, en lo que está bien instruido, tiene materiales para constituirse enemigo de la verdad, y de la buena Lógica. ¿Qué capacidad, ni talento es menester para renovar errores viejos, vistiéndolos con nuevos adornos de estilo, agudeza y ayre agradable á los oidos incautos, para que sean bien admitidos?
Según y conforme respondió el grave personaje tomándose la barba con dos dedos y mirando al techo . Según y conforme. Si los catecúmenos están dominados por un amor respetuoso y circunspecto hacia persona de peso y formalidad, lejos de ser rechazados, con más gusto son admitidos.
De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada.
Retrocediendo despues sin volver al califa la espalda, ocupó un asiento cubierto con paño de oro que le estaba preparado, y en seguida fueron admitidos á besar la mano al soberano islamita los condes y demas caballeros de su cortejo, los cuales se acercaron al trono repitiendo sus mismas postraciones, y luego se sentaron en fila dejando en el centro á su rey.
Palabra del Dia
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