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Actualizado: 5 de junio de 2025
Pero fué en vano hablarlos de que se hiciesen cristianos, porque no venían bien en abandonar su nativo suelo y tomar casa en otro paraje, y de otra manera no podían ser doctrinados en las cosas de la fe y admitidos al santo bautismo; por cuya razón, viendo el P. Zea que no era aún llegado el tiempo para su conversión, dió la vuelta en busca de sus compañeros; mas no le salieron en vano sus fatigas, porque corriendo por algunas Rancherías ya desiertas, halló allí poco más de setenta almas que redujo con facilidad á la fe, y dejándolas al cuidado de algunos de sus neófitos que las guiasen y condujesen hasta San Joseph, alegrísimo el siervo de Dios de haber en tres días sacado de las garras del demonio tantos infieles, llegó junto á la última Ranchería de los Cucarates, donde le esperaban sus compañeros, á los cuales el espíritu maligno había puesto en el corazón tal desesperación del éxito feliz de aquella empresa, que por más que los animó no pudo jamás conseguir con ellos que pasasen adelante; y ¿qué podría hacer él solo si faltaba por romper otro bosque semejante al pasado?
Viendo el fervorosísimo operario un nuevo campo en que sembrar la palabra Evangélica para recoger no menos almas para el cielo que merecimientos para sí mismo, deseaba poner cuanto antes manos á la obra; no obstante, considerando sabiamente que era necesario asistir también á tantos Catecúmenos como había en el pueblo de San Francisco Xavier, y que era mejor tener pocos y bien doctrinados que muchos é ignorantes, que aunque se ganan fácilmente, con la misma facilidad también se pierden, se resolvió á gastar la mayor parte de aquel año en este ejercicio, usando de todas las industrias de su caridad y de su celo en desarraigar de los Xavieristas la barbarie, la lascivia, la embriaguez y cuantos males trae consigo la vida brutal, é imprimir en ellos las virtudes y buenas costumbres que se requieren para vivir como cristianos.
Que no quiere, ni apetece otra cosa que el bien espiritual y temporal de todos ellos; que á este fin ha destinado en esta capital un hermoso colegio, en que sus hijos sean doctrinados y enseñados, costeando la real hacienda los maestros necesarios, para que se hagan tan sábios é instruidos como los mismos españoles; y que en esa atencion se les proponga deliberen enviar los suyos á este colegio, asegurándoles que serán bien tratados, queridos y regalados; cuyas insinuaciones no solo convendrá que las expresen á los caciques de aquella jurisdiccion los emisarios ó exploradores sobredichos, sino tambien el comisionado, el Gobernador de plaza, y aun el oficial ú oficiales á quienes se hubiere de encomendar el mando de las expediciones, el tiempo y cuando hubiese de llegar y pasar por sus terrenos.
El cardenal don Pedro Gomez de Mendoza ordenó un catecismo para que con él fuesen doctrinados, i tambien hizo algunas leyes para castigo de todos cuantos se separasen de lo que enseña el Evangelio.
Y que los indios todos, doctrinados Con gran solicitud y diligencia, De aquì adelante fuesen, y enseñados Aquello que conviene á su conciencia. Los sacramentos sean ministrados Segun capacidad é inteligencia; Al indio procurando dar comida, Que pueda conformar con su medida.
A la fama de su sabiduría comenzaron los judíos españoles á enviar á sus hijos á Córdoba para que fuesen en su academia doctrinados: de donde se siguió haber luego en la Península gran número de hebreos doctos en todo género de ciencias. Rabi Izchaq Bar Baruq, cordobés i heredero de Moseh en la presidencia de la academia de su patria, escribió una obra intitulada Gaveta de mercaderes.
Palabra del Dia
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