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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Pero para las personas nerviosas, para los novatos que empiezan la serie de baños de mar, los más suaves son los mejores. Un mar un poco mezclado, el aire no muy salado ni acre, una playa risueña que ofrezca las perspectivas del campo, son las mejores circunstancias. Un punto grave y capital es la elección de vivienda. ¿Quién va á dirigir á usted? Nadie. Preciso es ver, observar por mismo.

Para ponderar el alto valor de una cosa se decía que era cara como la pimienta. El papú, Cornelio y Van-Horn, tropezando y cayendo, y mareados por el olor acre de la pimienta, iban abriéndose camino a hachazos, avanzando poco a poco y descansando a cada instante para limpiarse el sudor que les inundaba, pues el calor era insoportable en lo interior de la selva.

Esta vez no se representaba Roberto, sino Los Hugonotes. Habían transcurrido cinco años. Llega usted muy tarde me dijo uno de mis amigos, un profesor de Derecho, abonado de la Opera, que se muestre tan alegre por la noche como erudito por la mañana. Y hace usted mal agregó, dándome un golpecito en la espalda, un hombrecillo vestido de negro, de voz acre y cabeza empolvada.

Un tonel aislado esparcía un perfume acre, que, como decía Montenegro, «llenaba la boca de agua». Era un vinagre famoso, de una vejez de ciento treinta años. Y a este olor seco y punzante uníanse el perfume azucarado de los vinos dulces, y el suave, de cuero, de los secos.

En el oido hay ruidos imaginarios, sensaciones como de golpes, y zumbidos con disecea. La nariz, aparte de las diferencias dependientes de la disposicion de las partes, no ofrece otros síntomas que los demás órganos, si no es el flujo de un líquido acre y mas abundante, y de algunos granos forunculosos.

Era algo semejante al sacrilegio o al parentesco, que sazonan ciertas pasiones con el acre y atractivo perfume de lo prohibido y lo monstruoso.

Como todos los hombres extraordinarios, anda por el mundo caballero en una nube, y se le antoja ver ángeles domésticos en cada dama andariega y aficionada al acre aroma de varón. Mi querida Isabel, usted es la mujer que yo he soñado para formar un hogar... Como veis, Sindulfo es un doncel romántico, digno de ser cantado por Walter Scott.

Los habían enviado á Italia como refuerzo, después del desastre de Caporetto, y ahora los volvían á llamar apresuradamente, para defender el propio suelo amenazado. Nada de cánticos y de aturdido regocijo; todos silenciosos, cansados y sucios, de una suciedad épica. Cada vagón parecía una jaula de fieras, por su olor acre de cuadra de circo.

A todo esto, la noche se aproximaba; el tinte amarillento del follaje que se moría, destacando sobre el plomizo obscuro de los montes, daba a los términos más cercanos una lividez cadavérica; y del fondo de los precipicios donde se pudría la vegetación que ya había muerto, subía un olor acre, un vaho de tanino que me crispaba los nervios.

Carmen veía cómo el cielo todo bajaba a su corazón confiado y noble; veía cómo era verdad que había en el mundo amor y ventura. Fué aquel un idilio intenso, ferviente, vibrante, erigido en una hora de gloria humana, en que todas las ilusiones de Carmen florecieron con divinas rosas.... Una cosa acre, fría, inclemente, rodó encima de aquel himno armonioso. Era la voz de Narcisa que pedía la cena.

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