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Actualizado: 6 de junio de 2025


Desconfiaba con las tendencias imperialistas de esa nación y creía que abrigaba propósitos absorbentes, contra los cuales las repúblicas latinas debieran estar prevenidas. Méjico, decía, solo ha podido evitar nuevas desmembraciones merced a una política hábil, en que sin resistir directamente, ha evitado la invasión de intereses americanos.

Además, abrigaba todavía la esperanza de que la condesita interviniese de un modo beneficioso en mis enredados asuntos amorosos. Me costaba trabajo creer que Gloria se negase en absoluto a dar explicaciones de su conducta. Al entrar en casa me encontré, sin saber cómo, en los brazos de Eduardito, y otra vez sentí en la oreja el cosquilleo de su nariz indómita. Mi profecía se había cumplido.

A los pocos días olvidó por completo este suceso. Llegó una carta a sus manos: era de su hijo, de su Fermín. Estaba en Buenos Aires y le escribía mostrando cierta confianza en su porvenir. Los primeros tiempos eran duros, pero en aquellas tierras, con el trabajo y la constancia, era casi seguro el triunfo, y él abrigaba la certeza de que marcharía adelante.

Yo abrigaba algunas dudas al respecto, pero oculté mi decepción, y me extasié lo mejor que pude ante aquel objeto extraordinario, que a causa de la forma irregular de la iglesia, hallábase colocado en un hueco, de tal suerte que cuando predicaba el cura, las tres cuartas partes del auditorio no veían más que un brazo y un mechón de cabellos blancos que se agitaban con elocuencia, según las diversas fases del discurso.

Tanto como yo, querida mía dijo la señora Aubry estrechando cariñosamente a su hija. Huberto aguardaba el regreso de su madre que había ido a pedir la mano de María Teresa. Se paseaba por el salón fumando y empezaba a impacientarse. Aunque no abrigaba inquietud alguna, estaba deseoso de conocer la impresión de su madre respecto a María Teresa y de su familia. Para él esa opinión tenía gran peso.

El tenía que ser rico, abrigaba el firme propósito de serlo y lo sería. Y del modo más fácil, sin matarse trabajando, ni vaciándose el cerebro; sin que sufran ni los brazos ni los sesos; juego a la alza, sube el oro, gano; juego a la baja, baja el oro, gano. Y se necesita ser muy torpe y muy desgraciado, para que suceda lo contrario. Si la suerte le favorecía, bueno; si no... se pegaba un tiro.

En las reflexiones que vamos a copiar, escritas en su retiro de Milly, se advierte desde luego el sentimiento, tanto tiempo comprimido, que la madre de familia abrigaba contra la dominación militar de Bonaparte, y los deseos de que la Francia estuviera gobernada por un gobierno más pacífico, que ella creía de buena fe había de ser el de los Borbones, a cuya familia amaba desde su niñez.

Nada, déjate de llorar ahora; lo que importa es que vayas a darle la cucharada de quinina a tu mamá. Después le pondremos un reparo sobre el estómago. El bueno de don Máximo procuró consolar a la niña, ocultándole el funesto presentimiento que abrigaba y se puso a dictar las medidas que su pobre ciencia cuanto rico deseo le sugerían.

No pocas veces las autoridades acudían a él en las graves dificultades que se les ofrecían; y su pobre cabaña en la que se abrigaba su numerosa familia, sujeta casi siempre a grandes privaciones, estaba enriquecida por la virtud y santificada por el respeto popular.

Tirso, a pesar de su carácter impetuoso, sabía contenerse mejor; a Pepe le temblaba la voz en la garganta; aquél, tranquilamente sentado ante la mesa, jugaba con las cuentas del rosario; Pepe sentía afluir a los labios todos los temores que abrigaba su alma. La lámpara, a cada instante menos luminosa, iba quedando vencida por las sombras.

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