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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Hay momentos en que no me atrevo a pensar en ello, pero en cambio hay otros en los que me pongo a la altura de su abnegación; y entonces doy gracias a Dios por haberme concedido amar a la mujer más noble que existe, a la vez que la más hermosa, y por haber impedido que mi amor llegase a ser un día obstáculo insuperable para el cumplimiento de la altísima misión de Flavia.

Ella se contentaría con un beso el día de las victorias, endulzaría con una frase las amarguras, y lejos de pensar que el matrimonio es el egoísmo de dos, sus ensueños de ventura se lo hicieron vislumbrar como la abnegación de uno solo. Josefina no amaba todavía a Félix.

El Marqués agradecía a don Álvaro su abnegación, y le pagaba diciéndole, por ejemplo: Oiga usted, mi correligionario, Fulano quiere tal cosa, pero a me carga ese hombre; haga usted que triunfe el pretendiente liberal. Y entonces Mesía premiaba los servicios de algún servidor fidelísimo.

Recordaba la escena aquella del padre suplicando a la dama que le quite de la cabeza al chico la tontería de amor que le degrada, y sintió cierto orgullo de encontrarse en situación semejante. Más por coquetería de virtud que por abnegación, aceptó aquel bonito papel que se le ofrecía, ¡y vaya si era bonito!

Cada día me trajo huevos, pero se negó a recibir paga de ninguna especie, diciendo que el hombre no los vendía, ejemplo extraordinario de abnegación, pues los huevos valían entonces medio peso cada uno. Una mañana, mi vecino Forster, hízome durante el almuerzo una visita, y con esta ocasión lamentó su mala suerte, pues sus gallinas habían cesado de poner, o bien él no sabía dar con los nidales.

Me atrajo hacia ella, me besó y me dijo al oído: Gracias... el secreto, ¿verdad? Eso, , puedo prometerlo. Deme usted también un beso, hija mía exclamó la de Grevillois. Y lo hice de corazón. ¡Compadezco tanto a esta madre tan llena de ternura y de abnegación, y que no tiene la confianza de su hija! Ahora, señor cura, estoy sola en mi cuartito, mientras mi padre ha ido a la Academia.

«¿Qué cosa mejor que aquella pasión ideal, aquel afán por una buena obra, aquella abnegación, a que se proponía entregarse, para combatir la tentación cada vez más temible del recuerdo de Mesía, que estaba en Palomares enamorado de la ministra?». De Pas ya no sabía dónde iba a parar aquello.

Tendría remordimientos... ¡Pensar en tales cosas en estos instantes!... El ambiente estaba para ella saturado de amor; pero era un amor nuevo, un amor al hombre que sufre, un deseo de abnegación, de sacrificio. Este amor evocaba una imagen de blancas tocas, de manos trémulas curando la carne desgarrada y sangrienta.

En ella la dama de esclarecido linage que hasta ahora habia vivido ocultando su verdadera , y que, depuesto ya todo humano respeto, ha consumado el sacrificio para una madre mas costoso, cual es el abandono de sus cariñosos hijos ; en ella el rico hacendado, hijo de mahometanos, que tomando de su heróica esposa ejemplo de abnegacion y fortaleza, y aleccionado en la provechosa escuela de los justos perseguidos y encarcelados, reparte su riqueza entre los pobres y las iglesias, y confia su prole ¡ya en breve huérfana! al tranquilo amparo de un humilde claustro de religiosas ; en ella el mendicante peregrino de lejanas tierras enseñoreadas por los infieles, que nacido en la gloriosa Belen y profeso en el célebre monasterio de S. Sabas, termina su trabajosa cuestacion por Africa y España, pidiendo en Córdoba al consejo de Abde-r-rahman el eterno descanso á la sombra de la palma de los mártires ; en ella numerosos monges, unos nacidos de noble linage, otros nobles por sus hechos y virtudes; en ella finalmente ricos y pobres, sabios é ignorantes en las humanas letras; versados en los estudios y trato de los árabes, y extraños de todo punto á su lengua y comercio; aventajados en la corte, y oscuros mozárabes de la Ajerquía; casados, célibes, eunucos; los unos criados entre parientes mahometanos, y sin embargo cristianos desde la infancia; los otros hijos de cristianos, pero tenidos por musulmanes hasta el momento de recibir de Dios el don de caridad y fortaleza, que los convierte de repente de tibios y meticulosos en paladines declarados de la , sedientos de la salvacion de las almas y de las salutíferas aguas de la tribulacion.

En la ternura formada por sacrificios, abnegación, consagración, en el amor serio, en fin, él no creía. Y, sin embargo, todos los sentimientos que en otro tiempo habría calificado implacablemente de sensiblería, hacían presa en él ahora.

Palabra del Dia

bagani

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