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Actualizado: 28 de julio de 2025


Entonces dijo Nazaria con temblor y abatimiento , esa maldita cólera de Dios no me perdonará a , porque le tengo más miedo que a una centella, y si miro a la puerta me parece que entra en figura de gente, si miro a la ventana me parece que entra con el aire, con el sol y con el polvo de la calle.

Quería entrar a viva fuerza en casa de Quiñones y llevarse a su hija; quería retorcer el cuello a aquella vil mujer; quería decírselo todo a D. Pedro; quería dar parte al juez y meter en un calabozo a la infame. Afortunadamente sus accesos eran tan violentos como cortos. Vino el abatimiento, el llanto.

Mientras supo que vivía, tuvo firmeza y amor propio: cuando las circunstancias la hicieron comprender que estaba en peligro, su pasión despertó, sin sentimiento rencoroso que la desvirtuase ni nube que la empañara. Cada día que pasaba, cada periódico que llegaba a sus manos sin decirla nada de aquella marcha, que fue célebre en la historia de la guerra civil, la sumían en mayor abatimiento.

Ambas estaban muy silenciosas: se miraban con ansiedad cuando algún ruido se sentía en la escalera; y al cerciorarse de que no era lo que aguardaban, caían la una en su abatimiento indiferente, la otra en su calmosa, melancólica y disimulada agitación.

Eres muy buena y me perdonarás... ¿Te vienes conmigo? La joven guardó silencio cruel y siguió caminando con igual tranquilidad, como si no hubiese oído. Velázquez perdió la esperanza de llevarla de nuevo á su casa. Sintió frío y se pasó la mano por la frente con abatimiento.

Sumida en profundo y silencioso abatimiento, la mirada inquieta reflejaba el fondo intranquilo de su espíritu; pero no brotaba una queja de sus labios, ni hubiera sido posible averiguar, aun espiándola de cerca, la causa verdadera de su pesar. ¿Era quizá el disgusto de ver alejado de la casa al hombre que estaba enamorado de su hija?

Jugaba, cortejaba, estaba fuera de casa hasta las tres o las cuatro de la mañana. Yo era como su refugio, como el medio de su purificación, como su consuelo santo en los momentos de abatimiento y de tristeza. Me llamaba a su cuarto, y ya solo conmigo, me decía ternuras, me besaba y lloraba a veces. Como yo era tan niña, ni podía averiguar por , ni tratar de saber de él la causa de sus pesares.

Con muchas cuentas como ésta os ponéis rico. Vaya en paz vuesa merced dijo socarronamente al cocinero mayor. ¡A palacio! dijo Montiño á los suyos. Y se puso en marcha delante de ellos. El joven estaba aturdido. No de orgullo, sino por el contrario, de abatimiento.

Así que vagamente nutría en su alma la esperanza de poseer de nuevo á Soledad y hacerla su esposa. Ahora que la sentía perdida enteramente. Sus ilusiones se desvanecían como el humo. Á paso lento recorrió varias calles presa de un abatimiento que le quitaba las fuerzas. Nadie cruzaba á la sazón y libremente podía revolcarse en sus pensamientos dolorosos.

La bondad de su padre le consentía gastar todo su sueldo en caprichos y placeres. Era un hijo de familia mimado que vivía en su casa como en una fonda. Al revelársele su situación quedó sumido en profundo abatimiento. Salió de él bastante cambiado. Sus pensamientos fueron más graves, más tristes, más prosaicos.

Palabra del Dia

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